Escalera al cielo / Una novela experimental

AutorChristopher Domínguez Michael

Morir más de una vez, de Álvaro Uribe, es un tipo infrecuente de novela experimental. Estaba pensando Uribe, según confiesa, en escribir una novela sobre el París diplomático de su juventud cuando se le atravesó un cáncer de pulmón. Venturosamente, el tumor maligno le fue extirpado y al sanar, el novelista, aprovechando esa "segunda oportunidad", regresó a la novela ideada y acaso ya escrita en alguna medida, para someterla a la prueba de la muerte, introduciendo, en el panorama de la nostalgia, el presente apenas clausurado.

Si, como sostiene Uribe, la memoria inventa el pasado y la fantasía inventa el futuro, Morir más de una vez (Tusquets, 2011) tendría que ser una novela-aleph, un objeto a través del cual pudiesen abordarse las posibilidades de muerte que a su narrador -no necesariamente el novelista- se le hubiesen presentado a lo largo de su vida. Así, Uribe (Ciudad de México, 1953), uno de nuestros borgesianos más intransigentes, le ha rendido homenaje al primero de sus clásicos sin incurrir en la puerilidad de citarlo.

El resultado es doble: un experimento y una experiencia. El lector se encontrará, en el comienzo de la novela, con un grupo de jóvenes diplomáticos juerguistas sufriendo el accidente de carretera en el sur de Francia que le permite al narrador, quizá muerto, ver la secuencia de su futuro y no el vertiginoso recorrido por su pasado. Los seguirá en el apogeo de la década de los ochenta haciendo fiestas épicas en Saint-Germain-des-Prés y la trama se extenderá a un valet mexicano del embajador que se queda en París como pintor de brocha gorda para morir poco después de haber filmado su supuesta muerte en la película experimental realizada por uno de los amigos del narrador. Es probable, finalmente, que el lector de Morir más de una vez se concentre -ése fue mi caso- en el personaje más rico de la novela, Gabrielle An-ghelotti, una gran dama culta de esas que sólo Francia puede labrar, quien renuncia a una vacilante vocación de poeta para convertirse en el alma de la embajada de México en París, consejera, a la vez informal e imprescindible, de Jaime Torres Bodet, de Octavio Paz, de Carlos Fuentes.

La Anghelotti -basada en un personaje real- le permite a Uribe escribir algunas de las páginas más perceptivas de una obra novelesca, la suya, que abunda en ellas. Se trata de aquellas ilustrativas del amor platónico y la "pasión retrospectiva" que los jóvenes personajes (Alberto, el narrador) establecían con ella, competitivos...

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