Escalera al cielo / La mudanza de la tierra

AutorChristopher Domínguez Michael

La mudanza de los poderes. De la sociedad disciplinaria a la sociedad de control (Aldus, 2012), de Gallardo Cabrera, es también "futurista" como lo habrán sido algunos poemas de su padre. Ese futuro, para decirlo a la manera de ciertos anuncios comerciales cuando la televisión era joven, ya llegó, según el hijo, quien perfila en su libro a Ernst Jünger, Michel Foucault, William Burroughs, Paul Virilio y Gilles Deleuze, como profetas de nuestro presente líquido, para citar a alguno de ellos.

Jünger, el hombre que casi vivió en tres siglos, es uno de los prosistas por cuyo clasicismo es difícil no poner las manos en el fuego. Su obra alimentó al nazismo al grado que la gratitud de Hitler con el aristocrático ideólogo pudo más que la amistad, casi complicidad, del escritor con los conspiradores de 1944. Más allá de "la movilización total" y otros conceptos de la revolución conservadora de los años treinta, no me parece que sea un buen profeta para el siglo XXI. Comparte con nosotros el horror de un tiempo sin historia y el fonóforo, "soñado por Jünger en Heliópolis (1949), es la anticipación del teléfono móvil celular", como dice Gallardo Cabrera.

Pero la altivez jüngeriana, aparte de anticipar "máquinas, técnicas y dispositivos", lo obligó a imaginar distopías universales muy distintas a las que supuestamente padecemos. No imagino una conversación muy interesante entre Jünger y Giorgio Agamben -un ausente, acaso por ser nuestro contemporáneo, en La mudanza de los poderes- pues si al alemán no le interesaron como fenómeno, al menos, los campos de concentración del régimen nazi que respaldó, aunque de mala gana con su silencio, la antigua aldea global macluhaniana transformado en un Auschwitz sin cerca de púas donde se controla a cada cual gracias a que trae un iPhone en la mano, le habría parecido vulgar.

Olvidar a Foucault es imposible. A diferencia de Deleuze -pensador sugerente de prosa abominable-, Fou-cault fue un escritor de estirpe clásica (como la entienden los franceses) aunque su teoría del poder y de la violencia no llegó, por fortuna, a ser una verdadera teoría, sino una gama inquietante de observaciones brillantes o necias que casi cualquier bando puede utilizar a su favor. Su insistencia, con todo, de que vivimos en una sociedad micrototalitaria impone un reto formidable a quienes, como yo, formamos parte "de la redundancia democrática-liberal" que Gallardo Cabrera desprecia.

Ese reto crece...

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