Escalera al cielo / La fórmula Eco-Ende

AutorSergio González Rodríguez

¿Dónde están los lectores? Tal podría ser la pregunta para un relato detectivesco acerca del destino de la tribu más buscada del mundo. Entre las industrias culturales, quizá la que mayores tribulaciones enfrenta en la actualidad es la del libro en medio de la dispersión de su público tradicional, así como la falta de atractivo que representa para los nuevos o virtuales adherentes, cada día más inmersos en el mundo de lo audiovisual.

La escritura de aquel relato autorreferencial se ha vuelto un subgénero literario en sí, que comenzó con la publicación, ya casi 30 años atrás, de El nombre de la rosa, en cuyo núcleo se halla el mundo de los libros y su supervivencia, bajo la fábula de una biblioteca en un monasterio sujeta a las pasiones y flaquezas humanas. Su autor, Umberto Eco, profesor de semiología, se volvió una celebridad mundial a partir de entonces y El nombre de la rosa vendió millones de ejemplares en múltiples traducciones a muchas lenguas: la novela global había llegado.

Aquel suceso tuvo un precedente: apenas un año antes se publicó otra novela cuyo trasfondo defendía la trascendencia de la lectura en la edad infantil y el universo del mito como parte de la mente en formación: La historia interminable, del fallecido escritor Michael Ende, que también alcanzó cifras millonarias de ventas y logró consolidar en el rubro editorial la línea de libros para niños y jóvenes.

Bajo un anhelo de contemporaneidad tan ingente como el que se vive ahora, casi nadie recuerda ya el papel precursor que jugó aquel par de obras, sin embargo, los procedimientos a los que acudieron sus respectivos autores para atraer al público continúan vigentes: misterio, revelación, manejo de tramas y subtramas, figuración especulativa en torno del icono del libro, pugna de fuerzas del bien y del mal enfrentadas, destreza para personificar a los protagonistas y el propio papel de la lectura, trasfondo filosófico, sentido lúdico, del acertijo o el pasatiempo, universalidad, adaptabilidad fílmica, etcétera.

De hecho, por temporadas se presentan en la industria del libro global fenómenos autorales y de obras que cumplen, impulsados por estilos particulares, lo que podría denominarse la fórmula Eco-Ende, que surgió justo en el último tercio del siglo anterior, cuando inicia el ocaso del libro como centro del proceso educativo y comunicativo en todo el planeta, debido al auge de la revolución tecnológica en la vida cotidiana y el triunfo de la imagen y el paradigma...

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