Escalera al cielo / El caso Collini

AutorSergio González Rodríguez

La trama de la justicia es la trama del poder. Al reflexionar sobre el proceso a Cristo, Giorgio Agamben cita en Pilato y Jesús (Adriana Hidalgo, 2014) al gran jurista y escritor Salvatore Satta.

Satta afirma que se equivoca por completo quien crea que un proceso judicial tiene por objetivo la actuación de la ley, la justicia o la verdad. De lo que se trata allí consiste en la sentencia, en otras palabras, el proceso en sí mismo que termina por suplantar a la ley, la justicia, la verdad.

Tal punto fue entrevisto por Friedrich Dürrenmatt en su novela Justicia (Tusquets, 1986), en la que propone una trama singular: un personaje de la vida pública en Suiza se deja ver en un restaurante lleno de gente mientras asesina a un profesor con una pistola. Una vez detenido, el asesino contrata a un joven abogado para que lo defienda bajo una hipótesis: él no es culpable. Al revisar el caso, se hallarán suficientes contradicciones entre los testigos y el hecho, que terminan por tambalear las conclusiones iniciales.

Con semejantes elementos en la trama, esa confluencia de las fuerzas, tensiones y presiones que actúan en una sociedad, o el pasado que vuelve para determinar el presente y el futuro, Ferdinand von Schirach elaboró una novela magistral: El caso Collini (Salamandra, 2013), donde plantea el asesinato de un magnate alemán a manos de un italiano avecindado en Alemania, que se hace pasar por periodista para llegar a su víctima. Le dispara cuatro tiros y le desfigura a patadas el rostro. Enseguida, espera a que llegue por él la policía.

Si en Justicia el meollo está en la prepotencia del político y su cinismo, en El caso Collini se halla el impulso justiciero del criminal, quien plantea un reto de primer momento al negarse a hablar sobre el móvil. Su joven abogado habrá de enfrentar una causa perdida: al reconocer su crimen y circunstancias, el asesino sólo puede aspirar (y se niega a ello) a tener atenuantes en la previsible sentencia. A partir de allí se expande la prodigiosa novela.

Las obras citadas mantienen un mecanismo creativo: son el reflejo dramático de sendos procesos judiciales. Sus personajes se desplazan en la doble trama del proceso y de la sociedad y la historia. Representan asimismo, cada una a su manera, una teatralidad impresionante por la que atraviesa la vida (Satta decía que el misterio del proceso es el misterio de la vida). Y, en sus respectivos desenlaces, surgen las mayores contradicciones en lo que se observa como...

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