Escalera al Cielo

AutorChristopher Domínguez Michael

Orweliana

Este año se cumple el centenario del nacimiento de George Orwell (1903-1950), el novelista británico cuyas visiones están en la vida diaria de millones de personas que nunca lo han leído. Como en el caso de Kafka, se habla de lo orweliano, en la prensa y en la conversación, como si se tratase de un valor cabalmente entendido. Big Brother, la conciencia totalitaria que domina la novela 1984 (1949), pasó a convertirse en título de una grosera emisión televisiva que, en México como en otros países, promueve y divulga a los seres humanos más estúpidos mediante las tretas comerciales más abominables. Orwell, uno de los primeros estudiosos de la moderna cultura de masas, habría quedado sorprendido del fenómeno.

A su vez, se califican de orwelianas las medidas que el gobierno de Estados Unidos planea para controlar a su población y protegerla del terrorismo internacional. En efecto, el régimen de Bush II está poniendo en peligro las libertades democráticas de los ciudadanos norteamericanos. Pero Estados Unidos es una democracia que, amenazada por el núcleo integrista de Washington, deberá generar los anticuerpos necesarios para preservar su vitalidad. Flaco favor le están haciendo los gobernantes norteamericanos a la tradición liberal, atizando la flama del fundamentalismo islámico y dándole armas a quienes les escandaliza el control orweliana en Estados Unidos pero no en La Habana. En 1984, cuando se conmemoró el título de la novela de Orwell, no faltó la opinión de algunos de los últimos marxistas, quienes dijeron que en ese libro el novelista británico se estaba refiriendo, en realidad, a la sociedad occidental y a la economía de mercado. Esa interpretación, además de ser filológicamente falsa, es un insulto a la memoria de Orwell, antifascista y antiestalinista que murió creyendo en las sociedades democráticas como el único espacio capaz de fusionar al liberalismo con el socialismo democrático.

Los reinos del Big Brother están en Cuba, en Corea del Norte, hasta hace poco en Afganistán e Iraq. Esos dominios totalitarios son imperfectos y a menudo son, más que utopías funestas, residuos de viejísimas formas de autoritarismo. Esos reinos tienden a desaparecer, amenazados por la apuesta democrática de sus sociedades o por las impacientes armas del imperio.

En esa periferia se...

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