Escalera al Cielo

AutorSergio González Rodríguez

El rechazo a la guerra

La gran movilización internacional de intelectuales y artistas contra el belicismo de George W. Bush y sus secuaces es, sin duda, un suceso que reivindica la dignidad humana de cara a la barbarie. Y permite a su vez delinear el perfil irracionalista de quienes apoyan sin condiciones la política imperial de la oligarquía petrolera-militar de Estados Unidos.

Como muchos otros, el filósofo Josep Ramoneda ha llamado a reivindicar el honor de la razón, algo que los ilusos belicistas ni siquiera contemplan, en su cruzada agresiva que sería sólo ridícula -los vocingleros espontáneos de Colin Powell o Condelezza Rice que se lanzan al ruedo de las opiniones provistos de afanes cantinflescos- si no implicara la irresponsabilidad absoluta de su discurso ideológico.

"No hay otra materialidad de esta guerra que los votos, el petróleo y los cadáveres", escribe Josep Ramoneda: "Lo demás es ideología: promesa de un nuevo orden, basado en un solo principio: el que tiene la fuerza hace la ley. A la vieja Europa corresponde salvar el honor de la razón ante un disparate que rompe cualquier proyecto cosmopolita de globalización política, de soberanías compartidas. ¿Será precisamente esta idea la que los Estados Unidos pretenden erradicar de raíz con esta operación ejemplar contra el Mal?" (cf. "El honor de la razón", El País, 13 de febrero de 2003).

Buena parte de los mecanismos del discurso belicista se apoya más en una retórica alrevesada que en los razonamientos. Se trata de un estilo que sirve para ratificar diversos prejuicios en favor de la fuerza bruta. Unas veces, sus practicantes acuden a las citas de los clásicos que, extraídas de su contexto histórico, se vuelven simples piezas intercambiables de una trivia mentirosa; otras, recuperan la añeja estrategia letrada que, en defensa de intereses de poder, consiste en saquear la historia y sus episodios con el fin de fraguar extrapolaciones delirantes que respalden atrocidades del presente.

El discurso de la geopolítica imperial de la época moderna se solidificó a partir del imperio británico en el siglo 19; a lo largo del siglo 20, las acciones del imperio estadounidense reiteraron tales recursos. Ahora, al continuar el índice de la degradación cultural, los belicistas del mundo intelectual juegan a la parodia y alzan la voz para intentar imponer una argucia torpe: entre las alternativas posibles, no queda mejor camino que la guerra. El pragmatismo del Imperio se muerde la cola. La...

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