Escalera al Cielo

AutorChristopher Domínguez Michael

Stendhal y el Papa

El escritor francés Henry Beyle (1783-1842), mejor conocido como Stendhal, fue un agudo observador de la vida italiana. Entre 1827 y 1829, en su calidad de diplomático, le tocó ser testigo de las mudanzas vaticanas y del cónclave que culminó con la elección de Gregorio XVI como Papa. A continuación se transcriben algunos fragmentos de sus Paseos por Roma, que algo dirán al lector contemporáneo, una vez más asombrado ante lo que el propio Beyle consideraba el más vasto de los espectáculos: el cambio de poder en la silla de San Pedro.

3 de agosto de 1827. El soberano de este país goza del poder político más absoluto y al mismo tiempo dirige a sus súbditos en el asunto más importante de sus vidas: la salvación. Este soberano no fue príncipe en su juventud. Durante los primeros 50 años de su vida hizo la corte a personajes más poderosos que él. Llega al poder en el momento en que en otras partes se abandona, hacia los 70 años. Un cortesano del papa siempre tiene la esperanza de remplazar a su amo, circunstancia que no se observa en otras cortes. Un cortesano, en Roma, no busca sólo complacer al papa, como un chambelán alemán intenta complacer a su príncipe; desea además obtener su bendición. Con una indulgencia in articulo mortis, el soberano de Roma puede dar a su chambelán la felicidad eterna; y esto no es broma. Los romanos del siglo XIX no son incrédulos como nosotros; pueden tener dudas sobre la religión en su juventud; pero en Roma se encuentran muy pocos deístas. Había muchos antes de Lutero, e incluso ateos. Después de ese gran hombre, los papas, con temor, han velado seriamente sobre la educación. El pueblo campesino está de tal manera imbuido de catolicismo que a sus ojos nada en la naturaleza se produce sin milagro. (...) El pueblo de Roma, testigo de todas las ridiculeces de los cardenales y de otros grandes señores de la corte del Papa, tiene una piedad mucho más esclarecida; toda especie de afectación pronto es ridiculizada por un soneto satírico. El papa ejerce pues dos poderes muy diferentes; puede lograr, como sacerdote, la eterna felicidad del hombre al que hace reventar como rey. (...) Por un feliz azar, los papas que reinaron desde 1700 fueron hombres de mérito. Ningún estado de Europa puede presentar una lista semejante en estos 125 años. No se podría alabar suficientemente las buenas intenciones, la moderación, la razón e incluso los talentos que subieron al trono durante esta época.

22 de febrero de...

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