Es taxista leyenda

Fotos Yessica Sánchez y Edgar Medel

El taxi de Ricardo Carranza lleva lo necesario para dar un el servicio que ningún otro en el DF: agua embotellada, refrescos, chicles, dulces, revistas, cigarros y, ojo, chofer servicial, lo que no tiene es taxímetro porque no lo considera necesario.

Para don Ricardo, de 68 años de edad y 45 de taxista, ofrecer un buen servicio de transporte de alquiler es consentir al viajero.

Si ello implica que la tarifa sea más conveniente para el bolsillo del cliente y no el de él, está dispuesto a pagar el precio, por algo se autoproclama como Taxi Amigo del Pueblo.

"Desde 1972 cobro sin taxímetro. Recibo lo que el pasajero considera justo. Los cigarros, pastillas y refrescos tampoco tienen precio, se los regalo al pasaje si le apetecen. Lo hago con mucho gusto, con la certeza de que mi labor es servir a los demás", explica.

Da su vida al volante

Don Ricardo es nativo de Iztacalco, del Barrio de Santiago, precisa, aunque toda su vida ha transcurrido en el Barrio de la Asunción.

Antes de ser taxista fue panadero, así conoció a su esposa, con quien procreó siete hijos.

En 1958, en la época dorada del taxista, cuando David Silva, Javier Solís y Adalberto Martínez Resortes la hacían de chafiretes en sus películas. Carranza agarró el oficio, el cual, reconoce, hoy es uno de los más decadentes en el DF, por aquello de los asaltos, secuestros y violaciones a bordo de las unidades.

En ese año, recuerda con tal precisión como si se tratara de ayer, la cuenta era de 20 pesos y el Gobierno federal subsidiaba a los choferes con dos cupones de 4.50 pesos diarios.

Adolfo Ruiz Cortines estaba por concluir como Presidente de la República y el precio de la gasolina era de 20 centavos el litro.

Sin la cuenta y lo del combustible, el entonces taxista novato se quedaba con $42 libres. Por ello se decidió a adquirir su propio taxi.

Para ello, tuvo que ahorrar durante varios años, en los cuales manejó todos los modelos de taxis habidos y por haber: cocodrilos, cotorras, canarios y corales.

Con 45 años en el oficio, sigue añorando los viejos taxis llamados...

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