'Es el partido más difícil de dirigir'

AutorMartha Martínez

FOTO: Roberto Antillón

¿Estás contento? Yo, en tu lugar, estaría preocupado", le advierte Pablo Gómez a Agustín Basave, quien ríe ante la ironía del ex senador. Es sábado 7 de noviembre y, en un salón del Hotel Fiesta Americana Reforma, 304 delegados del Consejo Nacional del PRD acaban de elegir al politólogo como presidente nacional. La advertencia del fundador del PRD, ex presidente nacional, tres veces diputado federal y actual representante ante el Instituto Nacional Electoral, es la primera que llega hasta la mesa que le fue reservada al nuevo líder, que comparte con Jesús Zambrano, Carlos Navarrete y Jesús Ortega, las principales figuras de Nueva Izquierda que, desde 2008, se fueron rotando en la presidencia del partido.

Pablo Gómez sabe de lo que habla. En 26 años de existencia, el PRD ha pasado por muchas crisis internas y, en varias, Gómez ha sido el mediador entre corrientes o dirigente interino mientras se componían las elecciones fallidas de nuevos presidentes nacionales.

En el consejo electivo del 7 de noviembre, las tribus acordaron elegir a un académico, con credencial del PRD tramitada fast track, como nuevo apagafuegos, y Pablo Gómez se da el lujo de divertirse a sus costillas, a pesar de que éste es, quizás, el momento más crítico para el partido del sol azteca en un cuarto de siglo.

En menos de 14 meses, al ex dirigente Carlos Navarrete -electo en octubre de 2014- le estallaron varias crisis. Llegando al cargo, la generada por la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, municipio y estado gobernados por el PRD.

Después, vinieron las renuncias de Cuauhtémoc Cárdenas, fundador, líder moral y figura emblemática del partido, que se fue en noviembre argumentando profundas diferencias con el CEN; en enero la del senador Alejandro Encinas, otra figura histórica con prestigio dentro y fuera del PRD, y en febrero la del ex jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, que acusó demasiada cercanía de Los Chuchos con Enrique Peña Nieto.

Meses más tarde, en plena precampaña electoral, escaló el conflicto entre Miguel Ángel Mancera y Ebrard, quien se postuló a la Cámara de Diputados por las siglas de Movimiento Ciudadano y, finalmente, tuvo que dejar la candidatura por las investigaciones en torno a la construcción de la Línea 12.

El 7 de junio, en las elecciones federales intermedias, el PRD sufrió un fuerte descalabro que lo colocó en el 10 por ciento de la votación y lo llevó a perder Guerrero, estado que gobernaba desde 2005; decenas de curules en el Congreso, 15 lugares en la Asamblea Legislativa del DF y ocho delegaciones. Quizás lo más grave de su derrota fue el avance de Morena como fuerza alternativa de izquierda en la capital y a nivel nacional.

Electo con el 97 por ciento de los votos, Agustín Basave llega a la dirigencia nacional con la promesa de convertir al PRD en una "izquierda inteligente, renovada y unida". Pero los retos del hasta hace poco académico de la Universidad Iberoamericana no son fáciles, y es mínima su injerencia en el Comité Ejecutivo Nacional, territorio de las tribus.

Además, las elecciones de 2016 están a la vuelta de la esquina y el PRD deberá competir en estados en los que no tiene presencia, lo que lleva a Basave a negociar acorralado las alianzas que ya construye con Acción Nacional.

El desempeño del PRD en las elecciones que el próximo año se llevarán a cabo en 13 entidades -12 de ellas con elección de gobernador, más la extraordinaria de Colima- será la manera de medir la eficacia de un dirigente disminuido de arranque.

La renovación del PRD

Agustín Basave se sienta en el sillón café de su oficina, en el piso 8 de la sede nacional del PRD. Con movimientos pausados, como si se preparara para dar una clase...

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