Nada es lo que parece

AutorRicardo Garza

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WASHINGTON DC.- Ésta es una metrópoli de pequeños edificios (está prohibido que las construcciones sobrepasen la altura del obelisco) y de famosos museos, como el Smithsoniano, el Aeroespacial y la Galería Nacional.

La Casa Blanca, el Capitolio, la sede del Fondo Monetario Internacional y el Pentágono forman parte del paisaje de la ciudad en la que, diariamente, y desde hace varias décadas, se toman las decisiones que cambian el destino de millones de seres humanos.

La quietud de sus avenidas, plazas y parques hacen creer que las actividades trascendentes sólo ocurren detrás de los muros de esas resplandecientes edificaciones.

Pero la anciana que pasea con el bastón trae un micrófono en su saco, el muchacho sentado en la banca con el periódico está esperando la señal para huir, y en la cabina telefónica hay una cámara imperceptible que vigila todos los movimientos. Esto sucede en la ciudad donde más actividades de espionaje se realizan en todo el planeta.

Por ello existe en Washington un lugar donde se develan los secretos de las antiguas tareas de inteligencia: el Museo del Espionaje, que cuenta con toda clase de relatos sobre las misiones que buscaban información confidencial del enemigo.

Aquí se desenmascara la oculta profesión de escritores como Daniel Defoe, Ian Fleming y Richard Burton: espionaje. Se cuenta la historia sobre la fuga de información para la fabricación de la bomba atómica, el túnel fallido que los norteamericanos construyeron debajo del muro de Berlín y las ciudades subterráneas edificadas en los límites entre Camboya y Saigón, entre muchas otras.

También se exponen los movimientos de muchos espías durante las guerras mundiales; aunque su efectividad no era tan alta como la de los reclutas más fieles: las palomas, que fotografiaban con una cámara amarrada en su pecho a las bases enemigas.

El museo es interactivo, y el visitante experimenta diversas pruebas en las que averigua si su verdadera vocación es vigilar a los adversarios.

Un curso sobre cómo abrir cerraduras, un micrófono oculto para escuchar la plática de los visitantes de la habitación contigua, un video donde debe descubrirse al espía disfrazado, y hasta el paso por un estrecho ducto de aire son parte del entrenamiento requerido.

Lo que sigue es la evolución tecnológica en este campo: micrófonos del tamaño de un cabello...

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