'Todo es una locura'

AutorRicardo Pérez Zúñiga

REFORMA / Enviado

Jerusalén.- Marc Luria se emociona cuando explica cada uno de los elementos del muro de seguridad que Israel construye en Cisjordania.

Sabe de memoria los kilómetros que tiene, cómo funcionan los circuitos, la longitud exacta del carril donde circula la patrulla fronteriza israelí y explica con detalle cómo fue construida.

Cada vez que se entera de la visita de periodistas interesados en el muro, se ofrece como voluntario.

Ha conducido cientos de veces su viejo mercedes a Belén, en Cisjordania, al asentamiento de Homat Shcmuel y a Abu Dis, en la zona controlada por la Autoridad Palestina.

Cada vez que regresa, sin embargo, se siente más decepcionado. "En tres semanas sólo han puesto seis bloques", dice impotente cuando mira las estructuras de cemento de 8 metros de altura y de unas 70 toneladas cada una en Abu Dis, una misera aldea que, según el plan trazado por el Gobierno del Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, en unos meses quedará del otro lado de la barrera.

"Jueves, 11 de la mañana y no hay nadie trabajando", afirma como si quisiera el mismo echarse en la espalda uno de los bloques y colocarlo en la fila.

Marc no es de derecha, ni votó por Sharon en las elecciones pasadas. Para él no se trata de un asunto político. Es algo personal. Su hijo murió en un atentado suicida. En un autobús de Jerusalén.

Ayer, apenas dos horas después del ataque en la intersección de las calles Emek Refaim y King David, cerca del centro de Jerusalén, atinaba sólo a decir que "todo era una locura".

El suicida era de Hussen, una aldea cercana a Belén, donde apenas dos días antes Marc se había quejado de que la valla no estaba terminada.

"Así no sirve de nada. Puedes construir una valla en Haifa o un muro en Abu Dis (cerca de Jerusalén), pero así no sirve de nada. Es fácil cruzar".

Desde que murió su hijo, Marc milita en una organización civil que impulsa la construcción del muro. "Sharon no está haciendo nada, nunca estuvo de acuerdo con la valla y ahora la construye sólo como una respuesta a la presión que ejerce la sociedad israelí", dice convencido.

El atentado suicida de ayer, en un autobús de la línea 14 repleto de gente que se dirigía al centro de la ciudad a trabajar, le da cierta razón.

Saqi Saba, palestino que trabaja en la ciudad vieja de lo que puede: guía de turistas, vendedor de souvenirs, traficante de pequeñas cantidades de droga, tiene otro punto de vista.

"Están desesperados. Es la desesperación. Cuando no tienes trabajo...

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