Es una figura de la música

AutorAntonio Santos

En toda fiesta siempre hay música y sin ella tal vez no sería lo mismo.La fiesta de los toros no podría ser la excepción y es por eso que, adherida a ella, viven los pasodobles, las marchas y los toques musicales que dan diferentes órdenes durante la función, pero siempre una nota cruza de sol a sombra y desde lo más alto de los tendidos bajando hasta el mismo ruedo.

La Plaza de Toros Nuevo Progreso, la catedral del toreo en Guadalajara y la segunda en importancia nacional, siempre es ambientada con los acordes de la música taurina por excelencia, el pasodoble, notas alegres que emanan domingo a domingo de los instrumentos de un poco más de 30 entusiastas músicos tapatíos dirigidos por Miguel Pérez Gutiérrez, un decano de la música en Guadalajara.

Con sus 92 años a cuestas, don Miguel aún mantiene las fuerzas necesarias para subir más arriba de la mitad de la plaza para tomar la batuta y dirigir con entrega y pasión, y a pesar de su cuerpo encorvado y su cara llena de arrugas, al tratarlo no aparenta estar cerca de tener un siglo de edad.

Conserva el entusiasmo de cualquier joven, tiene una memoria lúcida y gusta de hablar sin métrica ni tiempos, da rienda suelta cuando de platicar de su pasado se trata, en el tono que sea y al ritmo que el interlocutor le pida.

"En la banda somos espontáneos, no somos dirigidos por nadie, somos libres, somos puros músicos antiguos que tocábamos antes en la Plaza de Toros del Progreso, antes salíamos de los toros y nos íbamos a la Plaza de Armas a tocar apenas anochecía", recuerda don Miguel.

Colima lo ve nacer

Don Miguel nació en Colima en el año de 1908, un 20 de junio, y a los 11 años de edad fue enviado por recomendación de su padre Miguel Pérez Solano a Guadalajara para incorporarse a una escuela de arte militarizada, en donde según él, conoció la disciplina, que aunque militar, le sirvió para entender y adquirir las reglas de la música.

"Mi padre me dijo, 'mira hijo, tú tienes que aprender un oficio' y ahí había muchísima disciplina, se podía aprender de zapatero, de talabartero, de mecánico, de muchas cosas, y él quería que aprendiera a sumar y a restar, no quería que fuera un burro y que me arriaran.

"También se podía aprender música y aunque al principio a mí no me interesaba, un día me metí a la clase de solfeo y ahí fue mi primer contacto con la música", comenta Pérez.

"A mí me tocó de chico la Revolución, en Colima, con Villa, Zapata y yo oía a mi padre decir 'ya llegaron los revolucionarios...

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