Errores democráticos

AutorManuel Guerra de Luna

Manuel Guerra de Luna

Historiador, autor de "Los Madero, la saga liberal".

Hace 100 años, el 21 de febrero de 1913, se encontraban aprehendidos Francisco I. Madero y José María Pino Suárez en la intendencia de Palacio Nacional. Para entonces ya habían firmado sus renuncias como Presidente y Vicepresidente constitucional, respectivamente. Hacia la noche de ese aciago día, Madero recibió visita. Se trataba de su madre, Mercedes González Treviño, junto con Mercedes Madero González, hermana del ex presidente, quienes fueron introducidas en una habitación contigua a la intendencia. La escena resultó desgarradora: "Pancho", como lo nombraba su familia, se postró ante doña Mercedes y estalló en llanto para suplicarle el perdón. El hombre humanitario y de grandes valores no dejaba de abrazar a su madre, quien no hizo otra cosa que consolar a su infortunado hijo. Madero se hincó en diversas ocasiones, y no pudo -durante la hora que perduró la visita- evitar derramar lágrimas. Decía sentir, sin embargo, un enorme alivio, al escuchar con cariño el perdón de su madre. Pero lo cierto es que a Madero no solamente lo abrumaba el artero golpe militar que le había costado la Presidencia: sufría amargamente por el atroz asesinato de su hermano Gustavo, acaecido tres noches antes.

No era para menos. Días previos a la histórica traición del general Victoriano Huerta, Gustavo Madero le demostró a su hermano la inminente deserción de gran parte del Ejército. Y, sobre todo, del riesgo en que se encontraban ambos de salir sin vida de la nueva asonada militar. El ex Presidente no quiso o no pudo medir el peligro. Finalmente, Madero confesó a su hermana y a su madre que había tenido "una venda en los ojos que me hizo cometer muchos errores". A la siguiente noche de la tormentosa visita a Palacio, el 22 de febrero, Francisco I. Madero y José María Pino Suárez eran vilmente asesinados a espaldas de la penitenciaría de Lecumberri.

No obstante, juzgar a un líder, cuyos postulados cívicos han sido el referente más noble y emblemático para instaurar la democracia en México, debido a su trágico desenlace, sería ciertamente un error historiográfico. No podemos olvidar al Madero ciudadano, el Apóstol de la Democracia como lo bautizaron en vida, al hombre que decidió buscar un camino alterno a la ominosa dictadura en México.

En nuestros días, el guión maderista es entendible si evocamos a la ley, al estandarte democrático y a la sagrada justificación de la Revolución...

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