Ernesto Zedillo Ponce de León/ Vencer la discordia entre economía y política

AutorErnesto Zedillo Ponce de León

El reto actual de América Latina

Por fin, en toda América Latina continental la democracia es la regla sin excepción. No es ocioso recordar que, hace menos de dos décadas, en nuestra América imperaba lo opuesto: la democracia como excepción y no como regla. Conviene tenerlo presente, sobre todo, porque en la generalidad de nuestros países la democracia sigue arrostrando retos enormes.

El mayor de esos retos es el escepticismo, incluso la suspicacia, con que una parte apreciable de los latinoamericanos percibe hoy en día la democracia. Una reciente encuesta de opinión pública revela que 43 por ciento de los ciudadanos de América Latina no considera que la democracia sea preferible a cualquier otra forma de Gobierno. Debe inquietarnos, asimismo, la revelación de que la mitad de los latinoamericanos estaría dispuesta a aceptar un régimen autoritario, siempre que fuera capaz de atender sus dificultades económicas.

Esta animosidad hacia la democracia es muy preocupante, pero es comprensible en función de las difíciles condiciones económicas que viven muchos de nuestros países. En términos de crecimiento económico, el 2002 ha resultado el peor año desde 1983. El ingreso per cápita de la región en el 2002 es apenas igual al de 1996. No es aventurado decir que la amenaza de desilusión democrática que hoy se advierte en América Latina tiene por causa inmediata su pobre desempeño económico.

Reconozcamos que hasta ahora la joven democracia latinoamericana no se ha acompañado de la prosperidad que nuestros pueblos esperaban de ella. ¿Por qué ha sucedido esto?

Algunos se apresuran a encontrar la causa de nuestro retraso en los procesos de reforma económica que se fueron dando desde mediados de la década de los 80 en buena parte de América Latina. Por lo general, los críticos de esas reformas padecen de nostalgia por los tiempos del Estado dirigista, proteccionista y paternalista. Creen que nuestros países serían menos pobres y tendrían mayor equidad sin los ajustes económicos emprendidos. Sostienen, en suma, que la economía es la que le ha fallado a la política, a la democracia.

Mi visión es muy distinta. Casi todas las economías latinoamericanas continúan siendo poco dinámicas y altamente vulnerables a cualquier perturbación interna o externa, porque, hasta ahora, sus ajustes y reformas han sido insuficientes.

Los detractores de las reformas deberían recordar que fueron precedidas del estancamiento económico, la inflación descontrolada y el empobrecimiento que sufrimos durante los años 80 en nuestros países, y que esos males, a su vez, fueron consecuencia de las políticas populistas de los regímenes autoritarios que predominaron en ésa y en la década previa. Apoyándose en los resultados que han obtenido los Gobiernos populistas de cuño reciente, ya debieran poder imaginar lo que sucedería si se regresara a las políticas del pasado.

En realidad, detrás de cada uno de...

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