Entrevista / Ernesto de la Peña / 'Soy de espíritu chismoso'

AutorYanireth Israde

Los años robustecen su curiosidad o, como él dice, su "espíritu chismoso".

Ernesto de la Peña pronto será octogenario y la edad no supone un dique para sus inquietudes intelectuales, pues ahora estudia copto, el antiguo idioma egipcio, que se suma al griego, latín, árabe, chino o sánscrito, entre otras lenguas, más de 30, cuya gramática el erudito mexicano leyó como si devorara, cuenta, una novela de misterio.

Fascinado por las palabras esdrújulas y por la música de Wagner, el poeta y ensayista, quien recibirá un homenaje nacional este miércoles para celebrar sus 80 años, aclara que tampoco ha transcurrido su vida entera entre libros.

"Desde luego que no: he dado toda la guerra que he podido. He sido, también, muy pachanguero".

Sin embargo no ha escapado de las crisis emocionales por las décadas que acumula y reconoce su angustia por la muerte.

"Ojalá pudiera tener, si no la certidumbre, cuando menos la sospecha vaga de que hay algo más allá, pero no lo creo", refiere el también traductor, experto en ópera y divulgador cultural.

"Ya tengo 80 años, es más lógico que la muerte esté cerca. Tengo el propósito de vivir 30 más, pero lo más probable es que no se me haga. Eso me angustia, pero no dejo que se me aparezca el fantasma, trato de quitarle la sábana, porque si me empiezo a angustiar demasiado no hago nada", añade el lingüista, uno de los estudiosos más autorizados en materia de religiones y quien obtuvo en 2003 el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Por la edad, advierte, debe ser "avaro de su tiempo", pero en esta ocasión no escatima anécdotas, remembranzas reflexiones.

¿Cómo llega usted a los 80 años?

Simultáneamente con un peso abrumador de la edad y no se diga de mis kilos, que también pesan, pero satisfecho porque creo estar todavía lúcido y con un gran entusiasmo para seguir adelante.

¿Cómo ha cambiado su perspectiva del mundo?

Notablemente. Lo único que para mi fortuna no ha cambiado es el entusiasmo y la curiosidad. Me considero un ser muy chismoso: chismoso en la cultura, por eso me interesa un poco de todo.

Desde niño desarrolló el apetito por el conocimiento, estimulado además por un ambiente propicio para la cultura. Recuerda que el medio hermano de su madre, Francisco Canale, en cuya compañía creció, poseía una biblioteca humanística especializada en literatura griega. Tenía seis años cuando su tío le enseñó el alfabeto griego.

"Yo podía leer de corrido en griego sin saber la lengua, pero sabía las letras. Dije: 'algún día...

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