Ernesto Diezmartínez / Sedienta de acción

AutorErnesto Diezmartínez

Llegado el momento, los personajes centrales de Sahara (Idem, EU, 2005) tienen que explicarse (y de paso, explicarnos) la razón por la cual un barco de la Guerra Civil estadounidense acabó hundido en las arenas saharianas: "es que antes aquí había un río", dice uno; "sí, nomás que el agua venía de un manto subterráneo", dice el otro; "y el problema fue que el barco encalló", replica aquél; "claro, y luego el río se secó después de un brusco cambio climático", comenta éste; "en efecto, así que el barco que buscamos está ahora lleno de arena", responde el otro... Y nosotros, desde nuestra heroica butaca, nomás pensamos: "lo que está lleno de arena es el cerebro de quienes hicieron posible la producción de esta película".

Honestamente, si Sahara es el primer gran filme hollywoodense de la temporada veraniega de 2005, no quiero ni pensar qué barrabasadas tendremos que soportar por allá en el mes de agosto. Firmada por cuatro guionistas y dieciocho productores, co-productores, productores ejecutivos y otra fauna similar (no es cotorreo: cuéntelos por favor), Sahara es el peor sub-producto spielbergiano que he visto en mucho tiempo: exhibe con orgullo los únicos defectos de la trilogía de Indiana Jones (su exotismo tercermundista, su racismo apenas disimulado, su imperialismo rampante) y, por supuesto, no tiene ninguna de sus virtudes, es decir, carece de la ligereza, la gracia, el buen humor, la maestría y la imaginación que derrocha Mr. Spielberg en cualquiera de las tres aventuras Indiana Jones.

La trama gira alrededor de un equipo de caza-tesoros que va tras los restos de un barco de la Guerra de Secesión repleto de oro. El susodicho armatoste está enterrado en algún lugar del Sahara, hacia donde se dirigen el audaz aventurero Dirk Pitt (Matthew McConaughey), su...

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