Ernesto Diezmartínez / Políticamente correcto

AutorErnesto Diezmartínez

El Conspirador (EU, 2011), octavo largometraje como cineasta de la avejentada estrella Robert Redford, no es una mala película, pero sí es mejor verlo como un sermón liberal.

En dos horas de duración, Redford y su guionista James D. Salomon nos recuerdan las bases fundadoras de Estados Unidos -el liberalismo, la justicia, el gobierno republicano y la desconfianza del poder absoluto- a través del juicio de 1865 para ahorcar a cuatro de los complotistas que, supuestamente, urdieron el asesinato de Lincoln.

Una de esas personas fue la dueña de la casa de huéspedes en donde, según todas las evidencias, se planeó el magnicidio: la viuda Mary Surratt.

Interpretada por una contenida Robin Wright, Surratt es un enigma tanto para nosotros como para su reluctante, pero luego comprometido abogado defensor: el joven capitán yanqui recién licenciado Aiken (James McAvoy), quien pronto se da cuenta que el gobierno triunfante de la Guerra Civil no quiere justicia sino venganza.

No importa que las pruebas contra la señora Surratt sean circunstanciales, el Secretario de Guerra Stanton (magnífico Kevin Kline) ya ha dado su veredicto de antemano: ella es culpable, aunque sólo lo sea por ser la madre de uno de los complotistas huidos.

La sed de venganza y "el relajamiento constitucional" (dijera Cosío Villegas) después del asesinato de Lincoln es el reflejo de los Estados Unidos después del 11 de...

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