Una época de vacas flacas

AutorMiguel Angel Briseño

Cabinho, Hugo Sánchez, Luis García, Jesús Olalde. Todos esos nombres corresponden a una especie extinta en Pumas: el goleador dominante.

Desde el Apertura 2002, torneo en el que llegó Francisco Fonseca a la institución, Pumas se ha dedicado a adquirir delanteros tanto del extranjero como de otros cuadros mexicanos, sin embargo, ninguna contratación ha respondido a ese perfil del atacante mortífero temido por todas las defensas rivales, y la gran mayoría han quedado como verdaderos petardos.

Salvo el primer torneo de Bruno Marioni, en el que fue campeón goleador compartido con Néstor Silvera al anotar 16 goles, ningún otro hombre de ataque de Pumas ha logrado rebasar la cuota de siete goles, que equivale a anotar en menos de la mitad de los partidos de la fase regular.

Y si de promedios se trata, la situación se pone mucho peor, pues el uruguayo Diego Alonso es el que mayor registro tuvo con 6.0 goles por torneo durante el año que estuvo en Pumas.

Le sigue Marioni con 5.75, pero esa cifra es engañosa, pues después del sensacional Clausura 2004 que tuvo, el argentino se fue a España para ser operado, y desde su regreso, "Barullo" únicamente ha marcado en siete ocasiones durante 14 meses y contando.

Los otros dos delanteros que todavía militan en Pumas, Ismael Íñiguez y Joaquín Botero, también tienen promedios que dan pena.

El boliviano, la famosa contratación del millón de dólares, tiene un paupérrimo promedio de 2.3 goles por torneo desde que llegó en el Verano del 2003, mientras que Íñiguez sólo alcanza 2.0 y pasó todo el 2005 sin marcar una sola vez, aunque también es cierto que atravesó problemas de lesiones.

Francisco Fonseca fue constante desde...

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