Entrevista / Roger Bartra Muriá / 'Quieren borrar la transición democrática'

AutorRoberto Zamarripa

TEXTO: ROBERTO ZAMARRIPA / FOTO: EDGAR MEDEL

Conversar con Roger Bartra Muriá (Ciudad de México, 1942) es como entrar a un terreno baldío donde la maleza oculta los frutos que aún no se pudren y que él ayuda a detectarlos. En medio de la estridencia actual, Bartra acude, como invariablemente lo ha hecho, al argumento, la definición, al atisbo.

En el umbral de sus 80 años de edad, publica Mutaciones, una autobiografía intelectual como él la define, pero a la vez biografía política, pues prácticamente desde su adolescencia se interesó por la actividad partidista de izquierda. Su trayectoria, refiere, ha sido hilvanada por tres hilos definitorios: la obsesionada búsqueda de la verdad, la condición extranjera en su propio país que le discriminó y una rebeldía permanente. Anuda todo ello un cuarto filón, sus mutaciones, sus cambios; las provocadoras modificaciones que en su actividad intelectual, en la política y en la cultura lo han colocado en la polémica, pero sobre todo en la anticipación, en faro de acontecimientos.

"En mi memoria está desde luego el niño rebelde, el adolescente rebelde que fui y se empató con mi militancia de izquierda. Eso también conlleva por un lado peligros, exageraciones -yo cuento una de ellas cuando me metí a una pseudo guerrilla inspirada por Rubén Jaramillo en Guerrero, en Arcelia, fue algo sumamente peligroso-. La actitud rebelde a veces se traduce en un exceso de agresividad y de falta de tolerancia. Ese es el lado negativo. Pero por otro lado, desde luego, la rebeldía implica una actitud crítica, ante el entorno, ante lo que sucede en las ciencias que yo practico, las ciencia sociales, la antropología, la sociología, también esa actitud rebelde tiene un lado positivo", explica en una amplia conversación con REFORMA.

Una biografía marcada por la guerra. Hijo del poeta Agustí Bartra y de la escritora Anna Muriá, catalanes que llegaron a México tras la derrota de los republicanos en la guerra civil española, Roger Bartra pertenece a una generación marcada por el conflicto bélico. Desde su nacimiento hasta su juventud: la guerra de Vietnam o la Revolución cubana.

"La guerra ya marca toda mi vida... Las guerras me enfrentaron, bueno desde que dejé de tener una actitud muy dogmática, me enfrentaron a este problema, el problema de la Revolución. Nosotros gente de izquierda marxistas y leninistas -eso lo abandoné o lo modulé- nos enfrentábamos a un planteamiento de hecho militar: queríamos hacer la revolución. Queríamos de manera violenta derribar las estructuras políticas y sociales que nos parecía que en México generaban una situación de desigualdad y explotación terrible.

"Las experiencias de la guerra de Vietnam, la revolución cubana, de las guerrillas en América Latina, en Centroamérica aquí muy cerca, me fueron llevando a entender que ésa no era la vía. Eso lo entendí durante una larga estancia de dos años en Venezuela, en la época en que el Ché Guevara estaba alzado en Bolivia. Leí en esa época sus memorias y me impresionó mucho lo desfasado que estaba con respecto al contexto boliviano y al contexto latinoamericano. Era evidente que no entendía nada y que iba realmente a un sacrificio, se estaba suicidando... Mi experiencia en Venezuela me volvió reformista. Definitivamente ahí comprendí que la revolución era un concepto en realidad conservador. Era una herencia del pasado que no tenía cabida", explica.

En 1981, Roger Bartra publica Las redes imaginarias del poder político donde innovaba en la manera de entender las contradicciones sociales y los problemas de legitimidad. Entre otras cosas proponía mirar los conflictos con un caleidoscopio donde las franjas liminales, las intersecciones que se formaban entre los vidrios de colores definían los puntos de transición y decisión.

"Lo sigo utilizando (el caleidoscopio). Creo que acerté (con Las redes imaginarias del poder político) con una teoría y un modo de explicar los mecanismos de la legitimación política, la gestación de una enemigo más o menos artificial pero no totalmente artificial; ése es un mecanismo que funciona incluso en países plenamente democráticos, pero desde luego en México. He utilizado eso desde luego para entender el régimen actual en donde es tan evidente que hay en la construcción imaginaria y artificial de uno u otro conservador, atrasado, etcétera. Pero también ocurrió en la época de (Felipe) Calderón cuando un gran enfrentamiento con los narcos que permitieron un proceso de legitimación que hacía falta a ese gobierno que había ganado por tan pocos votos", dice.

En el libro Territorios del terror y la otredad, actualizas el tema de las redes imaginarias y las planteas como las redes imaginarias del terror político sintetizando una civilización occidental que se enfrenta a las alteridades, a las causas extrañas que pueden afectar la legitimidad de una institución, de una sociedad, etcétera. Un esquema binario que simplifica las realidades sociales. Ahora, las alteridades de entonces son las instituciones de hoy. El neoliberalismo que era la civilización occidental que se defendía de los poderes malignos, marginales sobre todo; ahora el neoliberalismo está catalogado como algo marginal, como...

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