Entrevista / Patricia Guerra / 'Hay que ponerse a vivir'

AutorMiguel de la Vega

Cuenta que es malísima para patinar, pero nadó durante más de 13 horas para convertirse en la tercera mexi-cana que cruzó el Canal de la Mancha. Se llama Patricia Guerra y cambió el nado en aguas abiertas por las pláticas motivacionales, el coaching y, ahora, la Fundación IMSS, donde quiere hacer olas de labor social.

¿Cuántas vidas tienes?

Yo creo que sólo una, pero con mucha suerte. Soy una fiel creyente de que tienes que ir a donde tu corazón te llama. Así que hay que ponerse a vivir hoy porque mañana a lo mejor no existe; y vivir implica moldear, ser versátil...

Lo dices como si fuera cosa de azar, pero una atleta de alto rendimiento se prepara, tiene objetivos...

Yo creo que un poquito sí: no fui buena nadadora de alberca, pues a lo más que llegué fue a un tercer lugar en 800 metros libres, en una Copa Panamericana. Pero la vida y el azar un día me pusieron frente al mar y dije: "esto es lo mío". En el mar hay aguas abiertas y hay grandes distancias; encontré que yo era una nadadora con buen rendimiento para nadar muchas horas y no necesariamente rápidas.

¿Estuviste a punto de morir en el Estrecho de Magallanes?

No, nunca.

¿No te embistió una tonina y te rompió tres costillas?

Y tuve fractura de pelvis y cadera, dos vértebras de la columna y cada rodilla.

Eso ocurrió en medio del mar, ¿y dices que no estuviste a punto de morir?

Pues nunca lo sentí así. No me podía mover, pero que yo haya visto mi vida pasar en un segundo y que haya dicho "me puedo morir aquí", no.

No todo el mundo lo vería como tú...

Para mucha gente la forma de resolver el tema de mi accidente era cobrar el seguro, tener el mejor pretexto de mi vida para ya no volver a hacer nada y vivir así. Pero yo no quería esa historia; entonces, decidí ponerme a vivir.

¿Te dijeron que no ibas a poder caminar?

Me dieron sólo 30 por ciento de probabilidades de volver a caminar.

¿Cómo se siente eso?

Se te cierra el mundo primero y luego empiezas a tomar decisiones de peso, como el no volver a poner mi vida en manos de otras personas; escuchar las historias que yo me contaba para salir adelante; y reinventarme la vida, que se dice fácil, pero no es sencillo.

¿Cómo te reinventaste?

De entrada ver si iba a poder o no caminar. En las travesías, había conocido cuáles eran mis pilares y ahí, inevitablemente, los tienes que retomar.

¿Cuáles son esas fortalezas?

La fe en Jesús. En Jesús, no en Dios, en Jesús como hombre de luz, mi país y mi esencia.

¿Qué te hace diferente?

El ver "cómo sí"...

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