Entrevista / Onésimo Cepeda: 'Tengo lo que hay que tener para torear'

AutorEdgar Félix

El obispo Onésimo Cepeda se mueve entre sus territorios clericales con la intensidad de un torbellino, algo tembloroso, pero con la fuerza de un provocador que sabe por dónde va. Aprecia las frases cortas e hilar ideas que buscan provocar la carcajada con palabras que toman un matiz rojo e hiriente. Es más, las sabe dotar de énfasis pues las conoce a detalle, casi como cirujano: "Fox es un buen hombre, pero cuando tenía que fajarse los pantalones no se los fajó".

A este obispo le gusta mancharse la camisa de sangre en los ruedos durante los tentaderos a los que es invitado por sus amigos ganaderos como Jesús Cabrera. Sabe de toros, conoce de astados, fierros, pitones, y de tardes en hombros. El propio David Silvetti le gritó en plena faena: "¡aquí no hay más torero que el obispo!".

Y es que sabe brincar del burladero a la política: "la contienda para el estado de México estará apretada" entre el priista Enrique Peña Nieto y el panista Rubén Mendoza Ayala. Y para terminar por descartar a la perredista Yeidckol Polevnsky dice: "¿quién va a confiar en ella si tiene dos actas de nacimiento?".

Ecatepec es considerado por priistas y panistas como un fiel en la balanza hacia el proceso electoral para renovar al gobernador del estado de México, en donde hay un millón 100 mil electores potenciales. Y en esta zona, Onésimo Cepeda manda e influye.

Esto lo sabe el obispo, aunque diga que sólo le "pedirá a la feligresía que se fijen en las familias de los candidatos, en quiénes son, en qué hacen, de dónde vienen, en las promesas que hacen y si las han cumplido".

-A usted se le ubica como priista.

-Fox me invitó de consejero y si Fox me invitó de consejero no es porque era yo del PRI. Yo siempre he sido daltónico. A mí lo que me importa fundamentalmente es que el que se sienta en el gobierno sea eficaz y eficiente, trabaje por los pobres y no se robe la lana.

...

Ha terminado la misa que ofrece Onésimo Cepeda en la catedral de Ecatepec. Se ha hecho el silencio. Cerca de 5 mil fieles lo escuchan atónitos: "que levante la mano quien esté seguro de que se irá al cielo. Nadie, no sabemos", ha dicho. Para luego rematarles: "Ahí está el gobernador de Colima. Se subió a su avión y ¡pelas!".

Cada domingo acude puntual a las 11 de la mañana a la catedral que es su orgullo y uno de sus mayores "sueños" hecho realidad. Ahí el obispo se presta a la salutación obligada: cientos de niños y niñas se dedican a besarlo y acariciarlo, mientras docenas de padres de familia...

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