Entrevista / Marco Rascón, SuperBarrio / 'La máscara es un arma'

AutorMiguel De la Vega

Foto: Paola urdapilleta

Es un ave, es un avión. No, es... ¡Superbarrio!

A 30 años del movimiento que encabezó en favor de los damnificados de los sismos, Marco Rascón desempolva las anécdotas, las tensiones y las ilusiones que rodearon el nacimiento de uno de los pocos superhéroes mexicanos. Un personaje que no volaba ni tenía visión de rayos equis, pero conseguía casas para quienes las necesitaban.

¿Cómo apareció Superbarrio?

Por ahí de 1982, 83, yo era el responsable de la sección "movimientos ciudadanos" de la revista Punto Crítico. Reporteaba, pero la verdad era parte activismo y parte periodismo. Eso me llevó, junto con otros compañeros, a crear nuestras propias organizaciones inquilinarias, en el Centro Histórico.

¿Y por qué te metiste a eso?

Andábamos haciendo la revolución y nos gustaba andar de subversivos. Yo venía de Chihuahua, del activismo estudiantil después del 68. Asaltamos un banco, me agarraron y me aventé tres años en la cárcel. Sobreviví de churro.

¿Por qué?

Me llevaron al Campo Militar y me tuvieron incomunicado como 15 días.

¿Te torturaron?

Sí. Nazar Haro, en persona.

¿Qué lección te dejó la cárcel?

La solidaridad, la soledad, el sentido y el sinsentido de las cosas; la racionalidad y la irracionalidad de las personas. Y, además, me volví un lector voraz.

¿Cómo empieza el movimiento?

Estábamos entre si hacíamos un partido, una organización o algo. Decidimos empezar con la vecindad de Chile 49. Nos inscribimos como maestros de alfabetización en el INEA y comenzamos a ir con los vecinos un poco para empaparnos y uno poco para que nos conocieran.

Era una vecindad...

Sí, el propietario era un personaje llamado Alfredo Atala. Apenas lo veían, alguien gritaba: "¡ahí viene Atala!"; y a correr todo mundo porque llegaba a cobrar las rentas. Le tenían pavor.

¿Y ahí nació Superbarrio?

Casi. Yo proponía que cuando llegara Atala, ¡se le apareciera El Santo! Para hacer justicia y proteger a los inquilinos.

¿No les gustaba la idea?

Mis compañeros decían que cómo íbamos a hacer una farsa de esa naturaleza.

¿La revolución no tenía sentido del humor?

Nada. Ni tantito. Todo era la figura del pobre que sufre por su pobreza y los gritos de "el pueblo unido, jamás será vencido" alzando el puño, etcétera...

¿Los superhéroes mexicanos son los luchadores?

Viene mucho de la tradición, pero también del cine y de la idea de la máscara.

Entonces, ¿El Santo contra Atala se queda como una idea y no se hace?

Y, de pronto, una mañana empieza a temblar...

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