Entrevista / Maite Azuela / Política y pederastia: Una mezcla amarga

AutorEugenio Torres

La novela Cafeína de Maite Azuela recorre dos vías: las redes de pederastia protegidas por políticos y el proyecto de un partido que termina malogrado por las ambiciones y las intrigas internas.

Analista política, activista ciudadana y ex funcionaria en el Instituto Federal Electoral, el Instituto Electoral del DF y del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), Azuela -bisnieta de Mariano Azuela, autor de la novela Los de Abajo- da el salto hacia la ficción con esta obra.

Es tu primera novela, ¿cómo la visualizaste?, ¿qué tenías en mente?

En un principio tenía en mente contar la historia de una funcionaria pública que acompaña a la familia de una compañera que es asesinada. Y esa novela, sin estar del todo concluida, se quedó en un cajón. Pasó el tiempo y empecé a escribir un guion -estaba tomando clases de guion de cine, como hobby puro- con otra historia: de una activista que entra a un partido político, en el que hay un impulso muy auténtico, no necesariamente de políticos, sino de ciudadanos que incursionan en la política desde otro ámbito, más académico, más propositivos en políticas públicas y cómo pretenden a través de un instituto de este tipo transformar el sistema de partidos políticos. Se quedó ahí también el guion.

Tiempo después escuché en la radio, en aquel entonces, que en un preescolar de Cuajimalpa un grupo de profesores, de intendentes y de algunos supervisores habían estado involucrados en un acto de abuso sexual de menores. Ese mismo día imprimí notas que había en medios y las guardé en un folder.

Pasó el tiempo y una mañana que iba con un abogado en un taxi por una denuncia de otra índole le pregunté sobre los otros casos que llevaba, y me comentó que eran de abusos en preescolar. Casos súper dolorosos y dramáticos. Y entonces supe que era el momento de revivir la historia y de juntar ambas historias.

¿El título de Cafeína de dónde salió?

Como era un tema arduo, el café era una buena metáfora para combinar ambas historias. Está el sabor amargo de cuando tomas un buen café, pero los buenos cafés tienen destellos de sabores ácidos, ligeramente dulces y de alguna manera esta historia entrelazada te da estos destellos.

Además, se volvió un buen pretexto para contar historias cotidianas: identificarse con personajes que tengan entrañas, que tengan piel, que sientan, que en algún momento profundicen en sus ansiedades o se vuelvan obsesivos sobre ciertos temas.

¿Qué tipo de café es México?

¡Híjole! Sería...

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