Entrevista / Isabel Allende / Tiempo de libertad

AutorSilvia Isabel Gámez

Para Isabel Allende, el amor es un recurso natural renovable. A sus 72 años, recién separada de quien fue su esposo por casi tres décadas, la escritora chilena afirma: "Ya no me tiro de cabeza como antes, pero en el amor sí. Volvería a hacerlo".

¿Hay algo de lo que se arrepienta?

De los actos que hicieron sufrir a otra persona. Nunca me he propuesto hacer daño a alguien, pero muchas veces ha pasado sin darme cuenta, por descuido, por egoísmo, por muchas razones.

En su nueva novela El amante japonés (Plaza & Janés) cuenta la historia de un amor que dura toda una vida. Sus protagonistas son la artista Alma Belasco y el jardinero Ichimei Fukuda, a quienes separan diferencias de origen y clase social.

Es una trama cruzada por temas que considera fundamentales hoy día: la eutanasia, la trata y la pornografía infantil. No experimentó, como en otras novelas, con el género ni el estilo, dice, pero exploró nuevas temáticas.

"El tema de la vejez nunca lo había abordado, y el amor romántico lo había tratado poco. He escrito más sobre el amor pasional, esos enamoramientos fulminantes que a uno le cambian la vida".

La autora latinoamericana viva más conocida, con ventas que superan los 65 millones de ejemplares, cuenta en entrevista que, desde que publicó en 1982 su primera novela, La casa de los espíritus, su literatura ha cambiado porque el mundo tampoco es el mismo.

"Ya nadie escribe esos tremendos novelones barrocos con realismo mágico, eso pasó de moda. Vivimos en un mundo acelerado, audiovisual, donde todo es más rápido, más instantáneo. Además, yo escribo en español, pero vivo y trabajo en inglés, y ese idioma también me ha influido, ahora mi narrativa es más directa".

Allende se sabe afortunada. Tiene salud, energía, y la cabeza despejada. "No me fallan ni la memoria ni la curiosidad ni las ganas de contar".

No es el caso, lamenta, de muchos jubilados que envejecen con problemas económicos, enfermos y, además, solos, porque su familia los margina.

Es partidaria de que los ancianos vivan en residencias geriátricas como la que describe en su novela, Lark House, que asegura existe, con otro nombre, cerca de su hogar en San Francisco.

"Creo que debemos vivir en comunidad. Las casas de reposo no pueden ser lugares donde los viejos estén aislados y presos, tienen que ser parte de la sociedad y...

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