Entrevista / Inge Feltrinelli / La dama de la edición

AutorJaime Reyes Rodríguez

En los años 50, las librerías italianas eran muy pequeñas, templos de cultura en los que los jóvenes no entraban, pero a finales de los 60 e inicio de los 70, Inge Feltrinelli apostó por crear librerías, la estrategia visionaria del control del punto de venta.

Actualmente, de las siete librerías que tenía la casa editorial, ha llegado a 96.

"Si la gente no iba a las tiendas a buscar nuestros productos, nosotros empezamos con lo de las puertas abiertas, los libros siempre expuestos de cara, espaciosos corredores, self-service", dice.

Ahora, las Librerie Feltrinelli van mejor que la editorial.

"Las librerías nos facturan 300 millones de euros al año, mientras que la editorial, 60 millones", afirma.

Pero para Inge Feltrinelli, creadora de uno de los grandes imperios editoriales europeos y que recibió el premio Reconocimiento al Mérito Editorial de la vigésima edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el modelo de editor con el que creció ya nunca más volverá.

"Los grandes personajes de la edición, Rowolth, Gallimard... ya no existirán más. Todo era otro sistema: no había agentes literarios, se producía mucho menos, el editor era el protagonista. Esos editores de gran personalidad, que trataban a sus escritores como a hijos, ya no existen. Todo eso ya no volverá. Los editores de hoy no conocen a nadie, todos provienen de grandes industrias. Ahora todo se ha mercantilizado en extremo. Todo es marketing cultural. Todo se confunde", lamenta Feltrinelli.

¿Cómo son hoy los editores?

Conozco a todos los editores de calidad. Pero esas presencias son hoy mucho más reducidas que en el pasado. Hay dos o tres buenos editores por país.

No hay muchas editoriales de calidad e importancia cultural.

Los editores medianos y pequeños me atraen, porque dedican más tiempo a escoger los títulos e investigar, por lo que sus productos son más interesantes.

Pero las grandes editoriales son fábricas, piensan los libros como cualquier otro producto y, dentro de esa lógica, un buen autor pasa desapercibido o desaparece entre tanto título de mediana o baja calidad.

Pero este panorama que parece cada vez más común, ya había sido descrito por André Schiffrin en La edición sin editores, escenario que Feltrinelli encuentra demasiado pesimista.

"Creo que un gran y exquisito editor puede existir en un gran grupo. ¿Un ejemplo? Sonny Metha, de Alfred Knopf, en Bertelsmann", opina.

¿Cuáles son las características que necesita hoy un editor para conciliar la...

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