Entrevista / Francisco Vargas / El calvario de un violín

AutorJésica Zermeño

Apurado, con boina negra en la cabeza y el hilo telefónico colgándole de la oreja para responder a "manos libres" las llamadas que recibe en su celular, Francisco Vargas Quevedo llega retrasado a la cita pero no tarda en afirmar que el cine mexicano "va hacia mejores cosas".

Reconoce que el país carece de una industria del cine, pero asegura que hay conciencia en la comunidad cinematográfica de que "o la hacemos ahora o va a estar más cabrón después". Lo dice con la convicción de quien, como él mismo lo vivió, hizo una película en contra de todo y a pesar de todo: El violín, su opera prima, galardonada hasta ahora con 35 premios, fundamentalmente extranjeros.

Y es cierto, El violín fue hecho a contraviento a lo largo de tres años. Un presupuesto modesto que incluyó hasta recursos familiares, un debutante sin experiencia en el rol estelar, un elenco de buenos actores pero sin reconocimiento y una constante recomendación de abandonar el proyecto caracterizan a la película que tuvo por origen un cortometraje de 30 minutos.

Hoy, sin embargo, Vargas Quevedo está contento. Su película fue la más vista en número de espectadores por sala, durante el primer fin de semana de su exhibición en México. No lo da él, pero hay un dato significativo: en esos días, El violín compitió con El Hombre Araña III, aquélla con apenas 20 copias y ésta con 930, de acuerdo con la agencia APRO.

La película, financiada parcialmente por el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine) y distribuida por Canana Films y el semanario Proceso que se interesaron en ella, relata la historia de un viejo violonista, Plutarco Hidalgo (Ángel Tavira), manco de la mano derecha, quien valiéndose de su inocencia y su música cautiva a un capitán del Ejército (Dagoberto Gama) con el propósito de conseguir municiones para su hijo que milita en la guerrilla. Un largometraje de 98 minutos que hoy se tiene como un fenómeno cinematográfico y entre sus premios cuenta con los siguientes: al mejor actor -Cannes 2006- y mención especial a la mejor película latinoamericana -San Sebastián 2006-.

Una película universal

¿Por qué retomar el tema de la guerrilla? ¿Por qué regresar al llamado México profundo?

Puede ser la guerrilla de Guerrero, sí, pero puede ser de cualquier parte de México o de América Latina.

Una de las cosas deliberadamente planeadas en la película es que no tenga ni un tiempo ni un espacio definidos. Es algo que ha sucedido hace décadas, y he encontrado a gente que me dice que ha sucedido hace cientos de años. Sigue sucediendo ahora y va a seguir sucediendo, porque sería pensar que eso es parte del pasado, que ya no sucede. Eso pasó y sigue pasando ahora que platicamos.

Mi intención era que no pudiera ubicarse en un tiempo. Quería evitar la expresión "Eso ya pasó, qué mal que pasó, pero ya no sigue pasando", porque es mentira. Si alguien dice "es Guerrero", eso es pasado y, luego, con la mediatización tremenda que tenemos, el avasallamiento de un discurso oficial diciendo que todo marcha bien en nuestro país, es muy fácil pensar que es el pasado, que ya no se vive en México, pero no es así.

Por supuesto era riesgoso ubicarlo en un tiempo y espacio, quería que cada quien lo ubicara con el referente más cercano que tuviera, Guerrero, Chiapas, Coahuila...

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