Entrevista / Alan Riding / Recrea París de los 40

AutorJesús Pacheco

Alan Riding cultivaba un interés desde hace cuatro décadas, cuando comenzó a reportar como corresponsal para diversos diarios sobre la realidad sociopolítica de Latinoamérica: le atraía la relación de los escritores con la vida pública, la manera en que interactúan con el poder en distintas épocas y latitudes y ante diversas circunstancias.

"Fue Carlos Fuentes quien me explicó un poco la relación en México del intelectual con el poder, viniendo del centralismo monárquico, el catolicismo, la Iglesia", cuenta Riding. "Todo el sentido de un cierto rito o relación con el poder, el intelectual era opositor al poder, pero también en relación siempre con él".

Hoy, aquel viejo interés ha cobrado forma en Y siguió la fiesta, un reportaje histórico de cerca de 500 páginas en el que decidió concentrarse en un periodo específico de París, ese en el que la ciudad se mantuvo tomada por los nazis. Antes de convertirse en corresponsal para América Latina de diversos medios (The Financial Times, The Economist y, desde 1977, de The New York Times), el periodista británico nacido en Brasil prácticamente no había sabido de escritores o situaciones como las que conocería en sus coberturas en plena época de dictaduras, guerras, revoluciones...

"Encontré que en muchos casos, los escritores me ayudaban a entender un poco las cosas, algunas veces a través de sus escritos o sus novelas", explica. "Cuando llegué a México, en 71, tenía 27 años. Después del 10 de junio, vi cómo la gente se organizó en la casa de Heberto Castillo para ver si podían formar un partido de izquierda que no fuera comunista; ahí estaban Fuentes y Paz, había leído a los dos, para mí era increíble, y con los años, me hice muy amigo de ambos".

A partir de aquel momento, fue convirtiéndose casi en un método llegar a un país, buscar de inmediato a los escritores y observar su manera de reaccionar ante coyunturas conflictivas.

"Veía que los escritores estaban en gran parte cumpliendo una función. Por un lado, tenían la fama, el prestigio, los privilegios, los premios, pero cuando llegaban los momentos difíciles, cumplían una responsabilidad, hablando por los que no pueden hablar; denunciando, como disidentes, a veces desde el exterior. También iba mucho a Perú, y en la época, Vargas Llosa estaba pensando ser candidato a la presidencia, era un salto mayor. Esa actitud ante el poder me interesó siempre".

Más tarde, cuando la Guerra Fría llegaba a su fin, Riding llegó a París, un hecho que cita como...

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