Entregas en caliente / La verdad desnuda

AutorGuillermo Hérdez

Paco Jones se encuentra en Wirikuta en medio de una ceremonia donde se alimenta al fuego Tatewari; el abuelo que los protege mientras cada uno de los peyoteros confiesa los actos sexuales que ha tenido a lo largo de su vida.

Durante varias horas, las mujeres estuvieron moliendo las cabezas de peyote en el metate para crear una pasta que han disuelto con agua que ahora todos beben de las jícaras.

Han caminado ya más de quinientos kilómetros, ayunado, guardado silencio y reprimido sexualmente durante muchos de los días del peregrinaje. Han realizado diversos mitotes o ceremonias religiosas danzando y haciendo movimientos mágicos para agitar la vida y la energía vital. Han visitado los cinco lugares sagrados y sin que ellos lo sepan, también han pasado por el lugar del nacimiento de la madre de las nubes del oeste, un lugar que muy pocas veces se visita en los peregrinajes huicholes. Desde hace muchos siglos, cada 52 años, de manera mágica, se suman a la peregrinación personajes ajenos a la comunidad que, sin que ellos lo sepan, tienen la misión divina de revitalizar la sexualidad de los huicholes para que puedan seguir reproduciéndose.

Por eso es que ahora, cada uno de los extranjeros confiesa la verdad desnuda de todos sus actos sexuales. Los huicholes llevan ya cinco días con sus noches escuchando atentamente las interminables historias que han ido exprimiendo a base de varazos cada vez que uno de ellos guarda silencio o le falla la memoria.

-Yo tenía un novio que le gustaba que en las mañanas me metiera por la vagina cuatro huevos y después con algunos movimientos de la pelvis los tronara dentro de mí. A los dos nos encantaba que yo me sentara sobre su boca para darle de comer...

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