Entregas en caliente / La tía

Y sin embargo, Rebeca se levanta de las piernas de Paco Jones y, en el último minuto, cuando el mensajero está a punto de deslizar la mano dentro de la faldita caliente de su jefa, suena el teléfono, ella se sonroja, él está a punto de volverse loco, ella contesta, él siente cómo su erección le quema de aquí a China, ella regresa a su escritorio y él sabe que ya se le cebó.

Rebeca, haciéndose la loca, toma la llamada, escucha, cuelga. Luego, se acomoda la blusa que ya se le andaba resbalando y mira a Jones con intensidad. Con esa mirada le está diciendo: "te traigo ganas, pero no aquí y no ahora", aunque en realidad no dice nada. Así son las mujeres.

-Hay un trabajo para ti, Jones. Espero que esta vez no te metas en problemas.

Rebeca le explica con breves palabras y luego le pide que la deje sola. Cuando Jones sale de la oficina no le ha pasado el mareo de la calentura. Entonces ve a Andreíta, la secretaria suplente que lo mira con evidente gusto cuando pasa frente a su escritorio.

Andreíta es una mujer menuda, bajita, con unos melones tamaño extragrande y unas piernas carnosas que terminan en una falda corta y la insinuación de unas nalgas intensas. Se levanta para despedir a Jones, pero éste, con tacto de seductor, le dice:

-No me había fijado en el color de tus ojos.

Andreíta sonríe. Le basta esa mirada de caimán para ponerse húmeda.

-Si quieres verlos de cerca, te veo en el baño en cinco minutos.

La secretaria suplente camina un poco como pato, pero eso no le impide llegar en menos de lo que canta un gallo hasta el baño. Jones cierra la puerta y la atora con el trapeador. Sin palabras de por medio, Andreíta se lanza a los brazos de Jones y lo lanza contra la...

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