Entregas en caliente / Tabaco

AutorGuillermo Hérdez

Natasha acaba de llegar a Miami. Aún siente en las ansias la tristeza por haber abandonado a Kurt, el Demoledor. Y es que muy pocos la han llevado al éxtasis como ese gigante luchador a cachetadas. Camina sin fijarse mucho. Cuando se da cuenta, ya está en el barrio latino. Más en concreto, en el cubano. Las calles y la sonoridad de las palabras podrían hacer pensar a cualquiera que está en la isla. En ese pequeño reducto de resistencia que, aunque está a unos cuantos kilómetros, es como si fuera un mundo aparte.

-Tengo de este tamaño -un hombre se para frente a ella y le muestra la separación entre su índice y su pulgar.

Natasha supone que es un pervertido que le está ofreciendo sexo. Pero ella sigue un tanto nostálgica de Kurt y, a decir verdad, ese tamaño apenas le alcanzaría como para el arranque.

-Yo tengo de este tamaño -un mulato de buen ver también interrumpe sus pasos. Quizá la separación entre sus dedos sea mayor que el anterior.

Natasha se niega, divertida. En una de ésas, se lleva a dos de ésos aunque no estén muy dotados. Aunque no debe distraerse. Está en Miami pues sabe que es un buen lugar para comenzar a buscar a Ricky. No abandonó a Kurt para terminar con un camotito. Al contrario, lo hizo para encontrarse con el amor de su vida.

Sigue caminando y las ofertas no paran. Algunos hombres están bastante guapos. Se aprecian sus músculos debajo de sus camisas desabotonadas. Natasha se da cuenta de que ha empezado a humedecerse. Los cubanos tienen fama de ser buenos amantes. En una de ésas, le acepta la oferta a alguno y así hasta se olvida de su demoledor.

-Yo tengo de este tamaño -el cubano que está frente a ella tiene las palmas de las manos separadas más de veinte centímetros, una sonrisa encantadora y un cuerpo bien...

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