Entregas en caliente / Sexo para triunfar

Además del nombre peculiar, Néstor Nabor Náder Noguera tiene una particularidad: no le gusta el sexo. No, eso es excesivo. La verdad es que no le interesa. Siempre ha pensado que es un desperdicio de tiempo. Incluso le da un poco de asco pensar en que dos personas unan sus cuerpos sudados y llenos de bacterias para frotarse uno con el otro. De lamidas en miembros erectos o pezones enormes ni hablar. ¿No se han dado cuenta de que el falo masculino sirve para orinar, que alguna gota quedará ahí perdida, o que las tetas de las mujeres sirven para alimentar a los bebes recién nacidos? Ahí hay leche en tránsito, qué asco. Pero éstas son sus justificaciones para consigo mismo o cuando tiene discusiones con sus amigos. La realidad es que muy pocas veces en su vida se ha sentido excitado.

Cuando era adolescente llegó a pensar que le gustaban los hombres. Sobre todo, porque es demasiado guapo. Tanto, que hasta parece mujer. Para que se entienda, tiene facciones de caricatura japonesa. Varias de sus compañeras de ese entonces quisieron que fuera el primer hombre en sus vidas. Él se aguantaba el asco, ponía sus manos en las nalgas debajo de las faldas de los uniformes o palpaba, sin mucha emoción, las tetas liberadas de sus sostenes. Nada. Incluso cuando varias de ellas se hincaron para meterse su paquete en la boca, éste apenas se puso un poco más firme, sin mucha potencia. De nada valieron las lamidas. Pronto comenzó a correr el rumor de que era gay.

Pero no lo era. Tampoco. Para descartar el asunto intentó con un par de hombres, pero nada. Nada de nada. Y eso era un verdadero problema. Pero no porque alguien no pueda vivir sin sexo si así lo decide. El problema es que...

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