Entregas en caliente / Separos

A Jones lo llevaron a los separos mientras se decidía su situación jurídica. Se le acusaba de faltas a la moral y una veintena de cargos más, algunos de ellos ridículos. La MP, una rubia con inclinaciones de rumbera y un gusto excesivo por las tortas de tamal, se le había insinuado descaradamente durante su primera entrevista, pero la cosa no pasó a mayores. El abogado de Paco Jones, el Licenciado Corcuera, no podría llegar hasta la mañana siguiente así que Paco debe pasar la noche encerrado con dos borrachos que están dormidos sobre los catres de cemento y huelen a cenicero.

Cuando Paco está a punto de quedarse dormido en una posición más bien incómoda, escucha el sonido de la puerta. Con los ojos entrecerrados, Jones alcanza a ver a la Licenciada Garabito, que así se llama la MP, quien acaba de terminar su turno y quiso pasar a ver cómo estaba el detenido.

Paco Jones sabe qué es lo que viene. El custodio cierra la puerta con una sonrisa de complicidad, la licenciada caderona se abre paso entre los borrachos y se para frente a Jones, quien la mira con cara de sueño y frío.

-Vine a ver cómo te estaban tratando, mi rey -dice-.

Paco Jones aprovecha una pausa en la conversación para observar a la mujer que tiene delante. Lleva un traje sastre rojo, de saco y falda a las rodillas. Debajo, unas medias blancas que terminan en dos tacones puntiagudos. Debajo del saco, una blusa blanca casi transparente que deja ver un brasier negro.

La licenciada se acerca a Paco, quien sigue sentado, sube una pierna en el asiento y la falda se le recorre casi hasta la cintura. Paco Jones se encuentra a unos centímetros del muslo de la mujer.

-Súbeme la falda -ordena ella y Paco, de pronto...

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