Entregas en caliente / El segundo amor

Paco Jones se ha enamorado. De nuevo. Siempre pensó que uno sólo podía enamorarse una vez en la vida, y Rebeca siempre fue su elegida para tal propósito. Pero la gente cambia. La ausencia hace mella. El amor, como dice la canción, acaba eventualmente.

Y aunque el amor de Paco por Rebeca sigue siendo tan puro e intenso como el primer día, Jones ha sucumbido ante el encanto triste y el deseo monumental que emana de Gerda, una de sus últimas pacientes en su consultorio terapéutico. Gerda es mayor que Paco, lleva 15 años sin follar apropiadamente, es depresiva con tendencias suicidas y tiene un carácter cambiante e impredecible. Y además, tiene muchísimo dinero. Esto, por supuesto, a Jones le importa un rábano, nunca ha sido un tipo ambicioso y lo único que siempre ha querido es una vida tranquila y buen sexo tres veces al día, como mínimo.

El caso es Gerda y Paco han estado juntos una semana y no han salido de la habitación de la gran casa de Cuernavaca en la que ella pasa sus fines de semana. Han follado sin parar, hasta que ella o él, en medio de un sabroso mete-saca suave y pausado en la posición de la cucharita, se quedan profundamente dormidos. E incluso así, la follada no se detiene.

-No pares ni aunque me quede dormida -le ha pedido Gerda, que aún en el quinto sueño permanece húmeda para que el mensajero la penetre sin parar y termine deliciosamente en esa entrepierna apretada y suculenta que hace pensar que Gerda tiene veinte años menos.

Por las mañanas, follan en la ducha, ella inclinada, ofreciéndole sus dos orificios untados en aceite. O él, hincado, lamiéndole la vulva mientras el agua moja unas tetas monumentales que aún no han perdido la firmeza.

Follan en el asiento del coche...

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