Entregas en caliente / El purgatorio

Paco Jones ignora casi todo respecto a Villa de las Rosas, el lugar al que ha ido a parar tras escapar de la televisora que lo obligaba a casarse con Rebeca. Lo poco que sabe son apenas unos detalles. Por ejemplo, que su nueva patrona se llama María Inés Pelayo, la dueña de la mensajería, que en el pueblo casi no hay hombres, que las mujeres están que se caen de buenas. Y, por si fuera poco, que tienen un montón de ganas. No por nada acaba de follar con dos preciosuras como hace un buen rato no lo hacía. La primera era virgen y se entregó sin más. La segunda era piadosa y lo hizo ver a todos los santos. Eso es todo lo que él sabe de ese pueblo.

Lo que ignora es que su jefa, la Pelayo, tiene un plan perverso para quedarse con la herencia de su tía Ernestina. Por eso camina muy quitado de la pena por la calle. Busca en el mapa su destino. Es la vieja mina "El Purgatorio". Paco nunca ha entrado a una mina, pero poco le importa. A fin de cuentas, es un intrépido hombre de acción. Por eso da pasos firmes cuando la calle se termina para dar paso a un sendero rodeado de árboles. Si hasta parece un paseo, piensa Paco feliz de la vida. Esto de mudarse al campo es una buena idea. Aquí uno vive sin estrés ni presiones.

Paco va tan absorto en sus pensamientos que no se da cuenta de que el paisaje cambia. El follaje verde de los árboles dio paso a un cielo gris, a ramas secas, a un viento que le empieza a molestar en la espalda. El camino de terracería pronto oscurece. Paco mira su reloj. Apenas son las cinco de la tarde. Quizá sean nubes de las que anuncian lluvia. Aprieta el paso. Lo menos que quiere es empaparse.

La entrada...

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