Entregas en caliente / Sin propina

AutorGuillermo Hérdez

Ricky está leyendo una revista porno en el interior de su vehículo cuando Paco Jones se sube en la parte de atrás y deposita en el asiento un paquete envuelto en papel revolución. Del radio sale una cumbia de la Sonora Dinamita. Jones observa todo esto con mucha satisfacción porque, al parecer, todo ha vuelto a la normalidad. Acaba de tener dos sesiones de sexo muy intenso en un baño con Andreíta, la sobrina de Rebeca. Además, no hace falta ser un genio para darse cuenta de que su jefa, la inaccesible, la déspota, la terrible Rebeca está perdidamente enamorada de él y que todo este tiempo ha tenido que fingir porque tiene más orgullo que buenas noches.

-¿A dónde vamos, jefe? -pregunta Ricky, listo para otra aventura en la que, seguramente, le tocará al menos un revolcón gratis.

-Tengo que entregar este paquete en la Anzures antes de las dos de la tarde -explica Jones y se acomoda para el viaje.

En dos patadas llegan a la dirección, Jones baja y busca el timbre. Detrás de la puerta aparece una mujer cincuentona, bastante fea para decir la verdad, conserva unos bigotes grises y una verruga bajo el ojo izquierdo que le recuerda a Jones las moscas de los tacos del Paisa.

-Pase, joven -dice la mujer, visiblemente halagada de que un joven tan guapo le lleve el paquete que le mandó su marido desde Estados Unidos- ¿No era usted el de la tele, el que andaba desnudo?

Jones no contesta. Sólo sonríe y le muestra a la señora en dónde debe firmar de recibido.

-Quédese un rato, joven, no se va a arrepentir -dice ella, cuando Jones hace camino de regreso a la puerta. La casa está pintada de rosa, hay miles de muñecos de porcelana en miles de repisas sobre miles de carpetas tejidas. Jones se...

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