Entregas en caliente / Precoz y marrullero

Si hay algo que le moleste a la Presidenta Vitalicia, es que no le cumplan; que le den gato por liebre, más aún, cuando la liebre está sobrevaluada. La fama de buen amante de Paco Jones se había expandido como pólvora y la cabecilla de todas las meseras tenía muchas expectativas de una noche apasionada con el líder de los centauros encuerados, pero había resultado ser un inofensivo gatito, de esos que no están para darle placer a su pareja, sino que lo único que les interesa es marcar su territorio con los fluidos malolientes de su entrepierna y salir maullando.

Ahora que la flacidez del mensajero languidece entre las carnes de la Presidenta, Irma Malabara no puede evitar mirar con desprecio el cuerpo de Paco Jones y levantando una ceja, es contundente: -Quítate.

Lo empuja del pecho para apartarlo de sí. Jones sabe que con este gesto, sus minutos están contados y que los ojitos viperinos de la presidenta están maquinando la forma más divertida de exterminarlo. Sabe también que debe actuar rápido antes de que sea demasiado tarde; antes de que ella truene los dedos y entren por él un par de hombres rudos.

-Discúlpeme, es que está usted buenísima, mi reina.

-¡Yo no soy tu reina! ¿Con quién crees que estás hablando? Además de precoz, marrullero y mentiroso.

Irma se incorpora y está levantando el brazo para tronar los dedos, cuando el mensajero se echa de rodillas frente a su pubis y la abraza de las piernas acariciándole las nalgas.

-Es cierto, lo digo en serio -Paco trata de ganar tiempo para estar preparado; la única arma que tiene para defenderse está descargada-. Nunca antes me había pasado, se lo juro y es que me dejé llevar por el cuerpazo que tiene. No me pude contener. Está usted buenísima.

El mensajero lo dice con tal...

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