Entregas en caliente / La mujer del blues

AutorGuillermo Hérdez

Paco Jones corre en la oscuridad de un túnel asfixiante. Hace un momento Ricky, su mejor amigo, corría a su lado, pero ahora está solo, huyendo como puede de la banda de asesinos negros que lo persiguen desde que abandonó las tierras de la malvada señorita Slidell y sus métodos medievales de tortura.

Las voces se apagan detrás de él. Ahora un olor a alcohol y un zumbido chillante son su única guía por el estrecho pasadizo sin luz. Sus pies topan contra algo. Un escalón. Luego otro. El olor a alcohol sigue apestando el aire, pero el zumbido se convierte en otra cosa. Es una trompeta. Jones sigue subiendo. Un contrabajo surge después, luego el insistente tintineo de unos contratiempos.

Su cabeza choca con una alcantarilla. Paco la empuja para aparecer en un baño en donde una negra tiene alzado el vestido por arriba de la cintura y un tremendo mulato la penetra desde atrás sin soltar el cigarro de los labios. Ambos miran al extraño que aparece desde las profundidades, empapado y con cara de loco asustado.

-Amigo, llegas tarde. Todas las sillas están ocupadas -dice él, y vuelve a lo suyo, después de darle una nalgada a la preciosa piel café de su amante.

-Hoy improvisa John Charlevoix, dicen que le vendió el alma al diablo para tocar la guitarra como los dioses. Oh, Dylon, vaya que la tienes grande -dice ella, cierra los ojos y también vuelve a lo suyo, con las piernas cada vez más abiertas. Un enorme y apetitoso seno se escapa de su brasier.

Jones sale del baño y se encuentra de pronto en un sótano atiborrado, las mesas de madera, los barriles de whiskey, el denso humo y el sonido repentino de una guitarra que explota como la pólvora en los primeros acordes de un blues...

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