Entregas en caliente / El magistrado ambidiestro

AutorGuillermo Hérdez

Don Justo Vaivén es un prominente abogado. Fue famoso por liberar a todos sus clientes cuando era un litigante a sueldo. Más tarde, entró como fiscal y fue implacable a la hora de conseguir las condenas para cuanto criminal pasó por sus expedientes. Incluso llegaron a caer presos algunos de sus antiguos clientes pese a que, varios de ellos, le quisieron pagar para que se pasara de su lado. Sin embargo, Justo era implacable. Le bastaba con tener un expediente entre sus manos para saber que triunfaría. Tal vez por eso fue que un político encumbrado, temeroso de lo que sucedería al terminar el sexenio, hizo todo lo necesario para que lo nombraran magistrado. Así, evitó topárselo como parte acusadora y, también, como juez de primera instancia.

Otra de las cosas que se recuerdan de don Justo Vaivén fue que estuvo comprometido con Tania Libertorium, la sensual profesora que le da clases a Paco Jones y que, ahora, está encargada de la libertad de Natasha. Tuvieron un romance apasionado cuando ella era demasiado joven e impetuosa. Tenían sexo por doquier. A veces en la casa de él, donde Justo insistía en que debían tomar unos tragos antes de desnudarse. A veces en casa de Tania, donde ella lo aguardaba desnuda, con las piernas abiertas y una vagina lista para que el hombre se desfogara dentro. Sin embargo, a don Justo Vaivén sólo le gustaba la posición del misionero. Tardaba un buen rato en conseguir una erección decente, pese a que Tania se esforzaba estimulando el escroto mientras le chupaba un miembro que casi nunca lograba ponerse lo suficientemente duro. Sólo lo conseguía cuando, mientras lo lamía, insertaba un consolador con bolas en el ano del futuro magistrado.

-Lo que pasa es que a ti te gustan los hombres -le...

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