Entregas en caliente / Madame Liselot

AutorGuillermo Hérdez

Ricky conduce un elegante auto negro por las pintorescas calles de Curazao. Con él viajan Jerry Salazar y Sabina Gómez, ambos agentes experimentados de la Policía Internacional. La misión que tienen es rodear la casa de Madame Liselot, un bar de apuestas ilegal en donde, supuestamente, se vende la letal Agua de Nayarit, un potente alucinógeno que permite al usuario experimentar viejas fantasías amorosas. El problema es que, además de ser altamente adictiva, puede producir un irreversible estado de coma si se consume en exceso.

-Espera con el auto encendido por si Madame Liselot intenta escapar -le ordena la morena con rasgos orientales, Sabina, experta en artes marciales y baile folclórico.

Ricky obedece. Sabe que si ayuda a esta gente, pronto podrá ir a buscar a su querida Natasha.

Estaciona afuera de una casa pintada de amarillo. Los agentes descienden con las armas desenfundadas y Ricky espera pacientemente en el auto.

No han pasado ni cinco minutos cuando alguien sube al asiento trasero. Ricky cree que es alguno de los agentes, pero vaya sorpresa que se lleva al mirar atrás y hallar a una guapa señora, que lleva un elegante vestido de gala, ronda los sesenta y, por la pierna desnuda que sobresale de un costado de la tela sedosa, es evidente que aún conserva una figura firme.

-¿Quién es usted y qué hace aquí? -pregunta Ricky, aunque es más que obvio que es Madame Liselot, la jefa de la mafia de Curazao, quien enciende un cigarro y observa a Ricky con sus ojos grises y una gran curiosidad.

-Tú no eres de por aquí, ¿verdad? Ven aquí, quiero conocerte -dice ella y cuando Ricky está a punto de preguntar a qué se refiere, la señora sube lentamente su vestido hasta mostrar sus piernas en...

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