Entregas en caliente / El lago salado

AutorGuillermo Hérdez

Paco Jones ha huido durante la noche, trepado en el vagón de un tren de carga que atraviesa la oscuridad montañosa del estado de Utah. Han dejado atrás Las Vegas y su ruido ensordecedor, sus turistas ebrios, sus luces de neón que nunca descansan y sus montones de billetes verdes desperdiciados en las mesas de juego.

Lydya, la acompañante de Jones, ha escapado de sus captores, unos mafiosos rusos que han recibido su merecido a manos unos mafiosos italianos. Paco y Lydya no quieren saber nada más de criminales y mesas de juego, así que disfrutan de la vista y se quedan dormidos luego de follar en silencio, casi sin moverse, en la clásica posición de la cucharita.

Paco Jones sueña con Rebeca y con el último día que la vio. Recuerda sus cabellos rojos, sus hermosas nalgas hechas de algodón y su energía pura. La recuerda sonriendo, abriendo sus brazos para que él entre en el paraíso de sus tetas. La extraña tanto que ahora mismo no sabría distinguir entre el sueño y la realidad.

Pero la realidad llega a la mañana siguiente cuando un inspector de trenes los descubre dormidos en el tren y los amenaza con llamar a la policía.

No tienen más remedio que correr y adentrarse en la antigua ciudad de Salt Lake City famosa por sus competencias de esquí y por sus sectas cristianas fundamentalistas.

Y eso no le preocuparía a Jones salvo porque Lydya le dice:

-Ven, tenemos que asegurarnos de que mi familia esté bien. Mi padre es un Santo Puro del Apocalipsis Venidero de Nuestro Señor del Agua Salada y la mafia rusa lo ha tenido amenazado desde hace años. Cuando fui mayor de edad, Boris Soslakov me llevó con él a cambio de dejar a mi familia en paz.

-Y ahora que Boris ha caído, quieres ver si sus matones todavía rondan por aquí... -dice Jones, seguro de que ese plan no augura nada bueno y de que seguramente...

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