Entregas en caliente / El gordo Ricky

En Luisiana existen miles de sectas religiosas, así que a nadie le extraña que hay una que está de moda y que atrae la atención de nuevos feligreses cada día. Para ser aceptado hay que follar con tres sacerdotisas y para seguir al pie de la letra las creencias del patriarca Jerome Martin, basta con ser vegetariano y hacer todas las cochinadas que uno quiera. Para ser miembro exclusivo de la orden de "La efímera llama" y disfrutar de todas las hermosas y lúbricas ventajas que ofrece la congregación, hay que contar con la bendición del gordo Ricky, también conocido como "el hombre Doritos" o "el castrado glotón".

Para recibir su bendición, hay que llevarle un guisado y una despensa para un mes. Si al gordo Ricky, sentado como un enorme buda de 150 kilos en medio del templo, le gusta la ofrenda, mueve su mano perezosamente y eso es todo. Has sido aceptado en "La efímera llama". El líder supremo, el gordo Ricky, el hombre incorruptible más puro del mundo, te ha dicho que sí.

Hay gente que no cree el mito fundacional de esta religión: que al gordo Ricky no se le para. Los miembros de otras sectas, autoridades y reporteros, han hecho lo imposible por probar que se trata de un fraude. Jerome Martin lo permite todo, pues está seguro de que Ricky es un enviado de Dios. Así que, por ejemplo, llega una pareja, se desnuda, ella se tiende en el piso, abre las piernas, él se hinca, frota su miembro para endurecerlo, ensaliva el sexo de ella, y la penetra muy despacio para que el gordo Ricky vea cómo el pedazo de carne se hunde y desaparece en el interior de la mujer, que ya está gimiendo, rasgando el piso con sus uñas y frotándose los pezones erizados.

Ricky observa la escena con gesto impasible y pregunta:

-Bueno, ya...

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