Entregas en caliente / La formación del héroe

Paco Jones, Rebeca y Ricky están siendo conducidos por un Gran Maestro budista a un templo en el Tibet. Por una razón ignota, el monje budista está convencido de que Paco será el encargado de salvar a la humanidad. Sin embargo, para que esto suceda, primero debe ser un hombre íntegro. El primer paso para lograrlo es desprenderse de todo deseo. Algo que ya intentó el maestro a través de viajes con opio. No lo consiguió.

Todas las ensoñaciones de Paco Jones y Rebeca terminaban del mismo modo, o parecido: él montado encima de ella, Rebeca con las piernas abiertas recibiendo, por fin, el miembro de su amado, los dos en la consabida posición de chivito al precipicio.

Así que dejan a los tres en el patio central del monasterio. Pronto los amarran a tres enormes troncos clavados en el piso. Son como los de los voladores de Papantla. El Gran Maestro les explica que, para purificarse, deberán permanecer en ese lugar tres días con sus noches, sin importar el sol del mediodía, la lluvia vespertina o las heladas nocturnas.

-Cuando el cuerpo deja de percibir dolor, el deseo desaparece -concluye adoctrinándolos.

-¡La manga izquierda del muerto! -le grita Ricky, pero el monje no le hace caso.

Las primeras horas parecen ser las peores. Los dolores en las plantas de los pies los hacen intentar cambios de posición casi imposibles: apenas pueden alternar entre estar parados de puntitas o flexionar un poco las rodillas.

Eso basta para un espíritu como el de Rebeca, que ha combatido en las guerras más cruentas que registra la historia reciente. Así que comienza a bambolearse. Arriba, abajo, arriba, abajo. Con calma, pero con consistencia.

Pronto Paco Jones está...

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