Entregas en caliente / Faje psicotrópico

Ricky despierta con una tremenda sensación de cansancio. No sabe bien donde está. Lo último que recuerda es que él y Natasha formaban parte de un espectáculo en un parque acuático. Era un éxito. Él y la rusa follaban montados en delfines y en las colas de unas ballenas asesinas. Una maravilla. El problema es que los descubrieron los agentes rusos y comenzaron a dispararles. Rebeca, quien apareció de improviso, los distrajo un poco, pero no sirvió de mucho y terminó lanzada al mismo estanque con ellos. Así que los animales decidieron ayudarlos. Los sumergieron en el enorme estanque y, luego, los llevaron afuera. Los tres perdieron el conocimiento. De ahí que Ricky tarde en comprender parte de lo sucedido.

Es una playa desierta. De seguro los animales los llevaron a otra de las islas japonesas para ponerlos a salvo. Ricky contempla la inmensidad del mar. Tiene hambre. Se acerca hasta unos cocos que encuentra al pie de una palmera. Están rotos. Come con avidez algo de la pulpa. Una vez satisfecho, comienza a buscar a las mujeres.

La vista es prodigiosa. Las dos están tendidas a unos metros de distancia. Duermen o están inconscientes. Desnudas. El cuerpo cubierto por arena. Ricky fija la vista en Rebeca. No porque no ame con locura a Natasha sino porque el de su novia es un cuerpo que conoce a la perfección. Así que aprovecha la oportunidad para ver a la pelirroja. Está tendida de lado. Sobre el brazo derecho. La teta de ese lado un poco aplastada. La otra erguida, con el pezón soberbio, los granos de arena marcando el camino exacto que debería recorrer una caricia. Recorrerlo completo, seguir con el brazo, con la espalda, la curva de la cintura y llegar, por fin, a la maravilla de...

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