Entregas en caliente / Desamor

AutorGuillermo Hérdez

-Haz que sus podridos deseos les carcoman las entrañas -con una amargura oscura acompañada de unas perturbadoras carcajadas, le había ordenado Evangelina de la Mora y de la Teja a Natasha. Los poderes de la represora estaban surtiendo un efecto contundente.

Paco Jones quiso consolar instintivamente a Renata Foguini quien estaba sumida en un dolor incomprensible. Cuando la abrazó y acarició sus cabellos pudo sentir la tristeza que estaba viviendo. Claramente la vio vestida de novia con la ilusión y el brillo en los ojos que provocan el inicio de una nueva vida llena de dicha. Estaba en su cuarto esperando a que regresara el hombre con el que venía de casarse, pero no llegaba y Renata se moría de ganas. Primero comenzó por morderse los labios, luego se acarició suavemente uno de los senos mientras se mordía el dorso de la mano, después rozó con la punta de su lengua las yemas de los dedos y así, humedecidos, se los llevó a rozar el contorno de los pezones, preguntándose por qué tardaba tanto su marido.

Paco Jones pudo sentir cómo a Renata, vestida de novia, se le humedecía la vagina y se moría de ganas de tocarse, pero no lo hizo porque esa noche era especial, la noche en que haría por primera vez el amor con su marido. Por eso se reprimió y dejó de tocarse. Se distrajo mirándose al espejo, arreglándose el vestido y retocando sus labios. Le llevó solo unos segundos, menos de lo que su propio esposo tardaba en mirarse al espejo. ¿Cómo iba a matar más el tiempo? ¿Dónde se había metido su marido?

Renata salió al pasillo. En una de las habitaciones vecinas escuchó jadeos y murmullos. Todavía no entiende qué fue lo que la hizo empujar la puerta emparejada y meterse al cuarto. Aunque nunca había escuchado gemir a su esposo, supo que los...

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