Entregas en caliente / Consejo de seguridad

Natasha finalmente se desprende de Rebeca. Kinuk la jala hacia un lado para que deje de abrazarla. Está muy consternada por su amiga. No sabe si los más de veinte hombres con cuchillo en mano que las rodean están ahí para salvar a su amiga o para sacrificarla.

Para un esquimal no hay mayor honor y prestigio que compartir a sus mujeres con sus amigos, pero en esta ocasión, los invitados de Kinuk no han venido para gozar del sexo y la calidez del cuerpo de las mujeres. Están ahí para salvaguardar la seguridad de toda la tribu.

-Si a Rebeca la mordió el Wendingo, ella despertará también convertida en Wendingo y en pocos días a ti y a mí nos pasará lo mismo. No podemos hacer nada más que sacrificarla y cuando tú y yo comencemos a morder a las personas, lo mejor será que nos sacrifiquen -le explica Kinuk a la rusa-, pero si el Wendingo solo folló con Rebeca, lo que se necesita es saciar por completo su apetito sexual.

No termina Kinuk de explicarle a Natasha cuando ya Rebeca, sin abrir siquiera los ojos, se restriega el clítoris contra la almohada, se lleva la mano a la entrepierna y se encaja uno, dos y hasta tres dedos.

Los gemidos y los movimientos de cadera de la pelirroja excitan mucho a los esquimales que se acercan buscando ser los primeros en copular con la mexicana, pero de inmediato se echan para atrás cuando Rebeca abre los ojos inyectados de sangre y de un espíritu maligno.

Natasha pretende acercarse a su amiga, pero Rebeca, como una bestia acorralada, le pela los dientes y le gruñe. Los esquimales levantan sus cuchillos.

-No, espérense, por favor, espérense -les ruega Natasha.

La rusa se arriesga y abraza a Rebeca quien le da una mordida en el hombro, pareciera que comenzará a devorarla, pero su deseo carnal es más fuerte y desesperadamente...

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