Entregas en caliente / Chica de calendario

Natasha llegó a Río de Janeiro de casualidad. Una reportera mexicana la había visto corriendo a gran velocidad. Más rápido que los competidores olímpicos. Por eso la llevó con la delegación rusa. Ellos la aceptaron de inmediato entre sus filas: no tenían demasiados velocistas en el equipo.

Natasha sabe que está en problemas. No sólo no tiene la velocidad suficiente para participar en las carreras, sino que teme hacer el ridículo. Una cosa es correr porque un loco le está disparando a uno con un rifle y otra ganarle a atletas que han entrenado toda su vida. Sin embargo, no se atreve a desilusionar tan pronto a los rusos que la ven como su salvadora. Sobre todo, después de que varios atletas fueron sancionados y no pudieron asistir a las olimpiadas.

Así que ni modo, suspira enfundada en las licras de entrenamiento. Está en la pista de atletismo. Hace estiramientos como mejor entiende. Imita a atletas de otros países. La verdad, es que no quiere correr porque, en cuanto lo haga, todos sabrán que es una impostora.

La solución llega de forma providencial. Un par de periodistas brasileños se acercan hasta ella. Le entregan sus tarjetas de presentación. Los dos se llaman Joao y eso hace que Natasha sonría. A ellos se les ilumina la expresión a más no poder.

La propuesta es simple. Están haciendo un calendario con las chicas más bellas de las olimpiadas. Bueno, la verdad es que están haciendo varios: de los atletas, de las atletas y hasta varios mixtos. Sobra decir que la quieren a ella. No sólo le ofrecen que escoja el mes que ella quiera sino que, además, le van a dar la portada. No importa que la tenista a quien se la habían prometido se enoje.

Natasha acepta de inmediato. Lo que sea con tal de...

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