Entregas en caliente / Cazando al cazador

AutorGuillermo Hérdez

Rebeca ha caído en la trampa del abuelo de Natasha, un viejo general ruso obsesionado con el poder. Natasha sigue cautiva y Rebeca no sabe qué le pedirá a cambio este hombre, a veces perverso, a veces tremendamente atractivo. Todavía musculoso, Rodiovsky Malinov se acerca a Rebeca, a quien el viento tibio de Hawaii le menea la cabellera y se le mete entre las tetas, bajo el bikini, poniéndole la piel de gallina.

-Yo sé hacer cosas que ningún hombre te ha hecho, Rebeca. Si miento, las libero a ti y a mi nieta. Pero si te hago revolcarte de placer como nadie lo ha hecho, entonces harás lo que te pida.

Rebeca tiene una debilidad por las apuestas y por los riesgos extremos, por eso antes de que su cabeza le diga "no lo hagas, te meterás en problemas", ya su boca pronunció un "sí" contundente.

-Acuéstate -le ordena él y ella obedece. Siente una necesidad de obedecer que la excita aún más. Sin quitarle la tanga, Rodiovsky la toma de los muslos, los alza y mete su lengua en los suaves labios vaginales de la mexicana. Ella no sabe cómo, pero en menos de dos minutos está a punto de tener un primer orgasmo, violento, que viene desde lo más profundo. El ruso chupa y succiona, mezclando movimientos de la lengua con suculentas mordiditas.

Rodiovsky aprovecha el primer éxtasis de Rebeca para quitarse la ropa. Su miembro no es tan largo, pero es grueso y agresivo. Con una mano toma las nalgas perfectas de Rebeca y con la otra presiona la parte baja de su espalda. Esa presión en sí misma le provoca a Rebeca un gran placer, como si estuviera en medio de un masaje tahitiano. Concentrada en esa sensaci cuando enta a Rebeca un gran placer, como si estuviera en medio de un masaje tahitiano. Concentrada en esa sensaci las nalgas dón no se da cuenta cuando le dan la primera estocada. Como ya está bañada...

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