Entregas en caliente / De casa en casa

AutorGuillermo Hérdez

Ser un vendedor de puerta en puerta era la vocación de George Machado. Y más aún cuando lo contrataron en una fábrica de cremas depiladoras. Sonriente y ameno, tocaba el timbre y le abrían las señoras desocupadas en los suburbios de Los Ángeles. Lo dejaban pasar, le preparaban una limonada, él hacía una demostración breve, frotando los muslos de las clientas y a los diez minutos ya estaba con los pantalones abajo, sentado en un sillón, con una mujer montada en su erección, follando apresuradamente, apretando el pubis para venirse más rápido, antes de que regresara la cocinera o el chófer de su marido.

Le gustaba en particular visitar a las viudas. Además de las compras seguras que las señoras se permitían con las vastas herencias de sus muertos, George sabía que podía pasar una mañana entera follando con aquellas bellezas cincuentonas, acariciando sus tetas levantadas con silicón, practicando posiciones inimaginables mientras veían a todo volumen alguna telenovela. Nadie iba a interrumpirlos mientras durara ese maratón de penetraciones gloriosas por todos los orificios existentes.

Sí, George amaba a las viudas. Pero amaba mucho más sus comisiones y así subió en el complejo escalafón de las ventas por catálogo. Hasta que logró su primer millón y la compañía lo hizo socio. Pero su carrera no iba a terminar ahí. Aunque podía retirarse, su único placer era seguir vendiendo de casa en casa, artículos cada vez más difíciles. Era un reto personal, un desafío que lo hacía sentirse vivo. Así le llegó el primer lote del Orgasm 4000, un aparato extravagante que permitía a las personas tener orgasmos sin necesidad de follar con nadie. Y aunque la idea le...

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