Entregas en caliente / El camino del toloache

AutorGuillermo Hérdez

Un Mercedes Benz está detenido a un costado de la carretera. Una columna de humo sube hacia las nubes desde el cofre abierto.

-Te dije que no aceleraras tanto -reclama Inmaculado. Lo único que quiere es volver a la ciudad de México y olvidarse de toda esta aventura. Sobre todo, quiere dejar atrás a Rebeca. Ella ha rechazado su propuesta de matrimonio y desde entonces, durante todo el viaje a través de Jalisco, se fue en el asiento trasero, con Ricky y Natasha, quienes no dejaron de follar durante el trayecto.

-Y ahora qué hacemos -pregunta Ricky, la carretera está desierta. Sólo el árido paisaje de agaves que se extiende al infinito.

-Podemos esperar o caminar -sugiere Natasha, bostezando. Lleva toda la mañana teniendo orgasmos gracias a los dedos de Ricky y el taxista tampoco se ve muy animado. Natasha le ha estado acariciando el miembro hasta el cansancio, esperando una y otra vez recibir el líquido tibio entre sus dedos para frotarse las tetas. Eso le encanta.

Rebeca está seria. Estaba contenta de volver a su casa, pero ahora ha reventado el coche y no puede creer que Inmaculado se enamoró perdidamente de ella. Vaya forma de echar a perder una amistad.

Cae la noche. Natasha y Ricky duermen en el asiento trasero, con cara de adolescentes satisfechos. Su relación ha recuperado el brillo de antaño y eso les llena el corazón de alegría.

Rebeca revisa por milésima vez el motor. No hay remedio. Inmaculado dormita en el asiento delantero. Pasan las horas. Rebeca se rinde y descansa sobre el cofre. También se queda dormida.

Es tarde cuando Inmaculado escucha los pasos de alguien que se acerca. Es una mujer vieja, vestida de blanco.

-Ven, viajero, escuché tus deseos hasta lo alto de la sierra -dice ella.

-¿Qué deseo? -pregunta él.

-Tú deseas a esa mujer...

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