Entregas en caliente / La Bestia, el tren de la muerte

El tren serpentea como una enorme víbora. Sobre su techo hay cientos de personas que se agarran hasta con las uñas para no caerse. La bestia ya se ha sacudido a varios, sobre todo cuando el calor y el sueño los vence. Algunos fueron partidos en dos al caer en medio de los rieles y ya no la contarán, otros, a veces con alguna extremidad mutilada como testigo, pueden contar su historia, pero la vergüenza los rebasa. Salen de Centroamérica con la ilusión de mejorar sus vidas y a los pocos días regresan a casa mucho peor de cómo salieron. No nada más son los peligros de treparse al tren de la muerte que con cada traqueteo sobre los durmientes ruge como una bestia, sino que también hay que enfrentar a narcos, secuestradores, asaltantes y violadores.

Desde que se montó al tren, Valeria ha logrado pasar desapercibida. Está consciente de que su belleza y su exuberancia física atraen de inmediato la mirada y el apetito de los hombres, por eso se esconde en una cuneta entre la conexión de dos vagones, lejos de las multitudes.

Todos en su natal Antigua le recomendaron que no fuera en busca del sueño americano; que para alcanzarlo primero tenía que pasar por el infierno del tren de la muerte. Eran muy pocas las personas que llegaban hasta los Estados Unidos sanas y salvas y el sesenta por ciento de las mujeres que lo intentaban eran violadas o secuestradas en el camino.

Sin embargo, Valeria estaba tan aferrada a su sueño que estaba dispuesta a arriesgar su vida. Tenía la seguridad de que lograría mejorar su vida y terminaría comprándole una casa a su mamá.

Pero apenas salieron los primeros rayos de luz, cuatro tipos descubrieron su escondite y se deslizaron por los techos de los vagones para caerle...

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